24 agosto 2014

#astenagusia14/ combate nulo y un toro bravo


Bilbao debería ser, taurinamente hablando, la misma guerra. Debería ser. A veces lo es. O a veces se plantean las cosas para que así lo sea. De jueves a sábado lo hubiera podido ser por esos cruces entre Ponce, Perera, El Juli, Fandiño. Fuera quedó un mano a mano sin competencia para no entrar en esa batalla. Qué cosas. Es. Debería ser. O queremos que lo sea. El caso es que también en ocasiones se cumple la perogrullada y dos no se pelean si uno no quiere. Y no se pelean por vaya usted a saber qué motivos. Que si la corrida prácticamente sale a la contra, que si el esfuerzo ya sabemos a priori que resultará baldío, que si uno cae en la cuenta de que se ha equivocado al ver los tendidos con solo dos tercios ocupados, que si la espada no está para plantear guerras o sí uno además cree que su verdadero sitio estaba esa misma tarde en Málaga. Todo puede ser.

El caso es que la última gran batalla en Vista Alegre de esta Aste Nagusia cruzó a El Juli y Fandiño con toros de La Quinta y al final tuvo que declararse combate nulo pese a que el de Orduña cuajó sus dos toros. Y es nulo, primero que nada, porque los de La Quinta decepcionaron en general.

Pero sí salió uno realmente bravo de principio a fin, en los tres tercios. Jugó la mano de Antonio Ferrera, que en otra onda dio particularmente una tarde de toros de tremenda seriedad. Sin necesidad de medirse con nadie, más que consigo mismo, con el bravo 'Santurrón', toro de nota en los tres tercios, se permitió apostar por la estética más allá del mando y la profundidad. Pero las exigencias del bravo, marcaron la faena y apenas tragó con los desmayos y abandonos. 

No hubo más que un 'Santurrón'. Cárdeno oscuro y salpicado, y no cayó en manos de los duelistas de la guerra que quedó fría. Ferrera lo abrió por verónicas hasta más allá de la boca de riego. Las formas en el caballo tuvieron acento bravo. Pese a empujar de primeras con un pitón, la segunda vara fue en regla y tomada a una, con la cabeza fija en acción sobre el peto. El tercio de banderillas de Ferrera rozó la perfección y de primeras se puso a torear en redondo. Vertical, pellizcando. El toro se había cantado durante toda su lidia y Ferrera se moría de ganas por sentir una embestida así. Afloró el temple santacolomeño y ya quiso acinturarse con una embestida que avisó de su importancia y exigió mando, que la línea se las marcasen sin más opción. Por ahí se entregaba, planeaba y se rebozaba. Pero claro, Ferrera si tiene el cuerpo cosido a cornadas es porque posee una amplia alma de artista. Y por ahí vinieron los remates, los de pecho eternos, la figura abandonada trantando de sentir más aquella bravura, surgieron las trincherillas en circunferencia en el mismo centro y el rizo de los manoseados circulares. Por ahí ponía orden la bravura: así no, y le devolvía un aprieto a Ferrera que venía de matarse seis de Miura en Málaga, y quebraba la cintura y sometía por abajo. No escatimó. Pinchó el trofeo y tal vez la vuelta al ruedo de 'Santurrón'.

Ferrera manejó las lidias perfectas. Sobre ruedas con el primero, pese a salir dormido. Así pareció. Sin comerse a nadie, fue llevado por Ferrera y los suyos. El matador incluso brindó al público la muerte. Pero de primeras, sin apenas mover las pezuñas, Ferrera quedó a tiro. Guasa. La gaita siempre cargada. Al acecho, en plan cazador. El de La Quinta era un cinqueño a dos meses de los seis.

Dos más saldrían con esa edad, uno en cada bando. El lío estaba. Cartel esperado. Escenario inmejorable el ceniciento ruedo. Pero si El Juli no vio claro por donde mejorar su lote de escaseces, sino hundirlo más todavía, Fandiño tampoco logró trascender al marcardor las faenas cuajadas a dos cárdenos, mejorándolos una enormidad, por una espada que ya no está afilada.

A la blandura del segundo El Juli no lo alivió nunca. Luego se quedó al hilo o más atrás y a mamporrazos se le derrumbó. Va, esperaremos al siguiente. Y tampoco. Aires pastueños en el quinto 'quinto'. Sin estridencias ni profundidades en la capa de Alvarito Montes, pero desplazándose con nobleza. Pero fue El Juli y lo asó con la crueldad de unos doblones que dejaron al animalico para la UVI. Que torear es acariciar dicen. Pues El Juli fue a hostias y sin intención de resaltar virtudes.

La estrategia de Iván de Orduña fue justo la contraria. Paciencia, mando, temple y pulso. A su blando primero lo sostuvo y le dio opciones, se reunió con él con importancia. El trofeo se esfumó con los errores a espadas. No cruza en la suerte, lo frenan los pitones y hay algo que no encaja. 


Con el sobrero que hizo sexto tres cuartos de lo mismo. Con la anécdota de que un espontáneo se lanzó antes de que saltara el toro al ruedo, Fandiño se encontró con la embestida más enclasada de la tarde de un santacoloma no sin excesiva raza, y por lo tanto desentendido. Con este Iván dio lección de lo que es romper un toro adelante. Distancia, colocación, suavidad en los toques y temple. Y así surgieron los segundos y terceros muletazos por abajo y con cadencia. Uno por tanda. En los otros se quería desentender, pero la labor quedó maciza y redonda, clarividente y entregada. Al triunfo y al propio Fandiño se lo llevaban los demonios (tras el error a espadas). Bilbao tendrá que esperar. La batalla con El Juli, también. Combate nulo. Se agradeció incluso que el bravo 'Santurrón' cayera en el lote de Ferrera. No fuera a ser que alguien señalara tongo. Pitos para El Juli y demonios para Fandiño.

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