10 marzo 2009

fallas 2009/ una muy grave cornada parte la ilusión de antonio hernández


Foto: Kai Försterling para EFE, Vía :: Burladerodos.com

La ilusión en el toreo no lo es todo. Te expones a que un cornadón te la parta en dos como le sucedió a Antonio Hernández, hijo de José Hernández "El Melenas". Su presencia en el cartel era un inexplicable detalle en una feria como la de Fallas y la incognita sobre el qué pasaría. Ya de salida fue revolcado en dos ocasiones y, pese a todo, a iniciar la faena se fue a los medios. Citó con la diestra y a allá que se fue Vinoso de Torres Gallego, reudo, y se lo echó a los lomos con toda la fuerza y hundiendo el pitón en el muslo derecho. Brotó la sangre, cualquier ilusión se partía con esa cornada de 25 centímetros. Las puertas de la enfermería se abrían y el quirófano quedaba a disposición del novillero, y la herida de éste en manos del equipo que comanda el doctor Cristobal Zaragoza. Mientras, en el ruedo, Carlos Durán se encargaba de dar cuenta con dignidad del novillo.

De primeras la tarde se quedaba en un mano a mano especialmente áspero por culpa de los novillos de Torres Gallego. Toda una papeleta para el valenciano Carlos Durán y Adrián de Torres, de Linares, porque la novillada, hasta que no atacó en serio el fresco a eso del quinto, pocos aspectos positivos ofreció. Más bien ninguno. La novillada salió abanta, cortando y esperando en banderillas, venciéndose por alguno de los pitones y escondiendo lo que de verdad llevaban dentro, que es lo peor.

El segundo flojeó, planteó todos los problemas que quiso en el segundo tercio y pasó siempre como pensando que había más de una opción que la muleta que tomaba sin entrega. Luego el espigado Adrián de Torres enseñó valor y dignidad, sufrió una voltereta, ni se miró y mató de media tendida y atravesada y estocada. Era su tarjeta de presentación con suficientes presupuestos toreros.

Casta de la mala sacó el tercero. Con la boca cerrada siempre, la viveza de su mirada delataba aviesas intenciones a las que se impuso Carlos Durán, que tendría que esperar al quinto para disfrutar. Fijo y franco en la embestida, desplegó la verónica e incluso se atrevió en dos chicuelinas en el recibo. Noble y templado el novillo, Durán le corrió bien la mano al natural. Faena bien pensada en terrenos claros, más allá del tercio, y sobre todo muy templada en alguno de sus pasajes. La media en todo lo alto fue suficiente para que el toro doblase y cayese la única oreja de la tarde.

Una a buen seguro hubiera cortado Adrián de Torres al sexto. Pero antes soportó la incertidumbre del cuarto, de nombre Falangista, como precisamente se catalogarían, imaginamos, los tres o cuatro trasnochados que en la primera naya de sombra tuvieron colgada una bandera preconstitucional durante los dos primeros novillos hasta que la Policia Nacional a petición de unos cuantos --servidor entre ellos-- mandó retirar el trapo del aguilucho. El novillo no tenía ni medio por el derecho, ya lo avisó partiéndo la banda de la talguilla De Torres, y por el izquierdo se abría como manso que era hasta que se paró como si estuviese fuera de lugar, como los tres o cuatro de la naya que de hecho lo estaban.

El sexto, pese a no ser claro por su escasa voluntad de humillar, acabó metido en la muleta de un firme Adrián de Torres que construyó una faena a más de muy buen gusto. Primero en redondo, pero sobre todo en una tanda al natural, ya mediada la faena, de mano baja y la planta erguida, y un magnífico pase de pecho que venía a convertirse en lo mejor de una tarde que empezó en drama. Y la ilusión como al principio se partía, pero esta vez por un mal menor, una colección de pinchazos muy destiempo, pero que no arrancan el sabor.

1 comentario:

Paco Montesinos dijo...

Me quedo con el buen sabor de boca que nos dejó Adrian de Torres en el sexto novillo, con valor auténtico y con buen sentido del toreo, se lo pasaba cerca sin enmendarse. Carlos Durán no me dice nada, y Antonio Hernandez lo que no puede ser no puede ser. No era cartel para una tarde de Fallas.