24 agosto 2011

aste nagusia/ cumbre de morante y corridón del cuvillo en bilbao (visto desde el hotel suiza de bronchales)

Bronchales está a 1.500 metros de altura justo donde arrancan los Montes Universales. Pueblo de montaña, turismo rural y familiar de la provincia de Teruel. Su hotel es el Suiza y me gusta por el trato, por lo bien que se come y además porque si salgo de la habitación me encuentro un cartel de toros; si bajo la escalera, un torrestrella burraco que algún día lidió Emilio Muñoz me da con el hocico; y si torea Morante de la Puebla en Bilbao y la lía de aquella manera, también lo puedo ver aquí, en el Hostel Suiza de Bronchales, en directo y en diferido.

Porque lo de Morante de la Puebla ha sido de impresión. Y lo de Núñez de Cuvillo, un auténtico corridón. Vi cinco, y los cinco muy de Bilbao y en bravo, encastados, a más y distintos, nada previsibles. Haciendo las cosas por abajo, con mucha importancia. O verdad, que me gusta más.

Hace un año titulé 'Abroncar a Morante es la nueva bilbainada'. Y con esas, con ganas de bulla, recibieron algunos bilbaínos el torerísimo y obligado inicio de ayudados por bajo de Morante. Precioso y más que eso, necesario. No se enteraron unos cuantos.

A partir de ahí, el alma de Morante tocó a arrebato y fue puliendo a un Cuvillo que se había balanceado varias veces perdiendo las manos de salida, recibiendo tres puyas o correteando sin descanso. Sobre la diestra, hundiendo las zapatillas, alargando las embestidas, enroscándoselas.

Torera la sugerencia; brava y a más la respuesta. Se aventuró al natural y entre brusquedades y destemple, no salió. Volvió, pues, a la diestra. Y el toreo aumentó sus kilates. Los detalles y adornos de Morante fueron eso, mientras lo que de verdad pesaba era la verdad del toreo que brotaba improvisado según exigía la lidia.

Porque esa fue la importancia del faenón de Morante en Bilbao. Su singularidad, que toda fue para el toro, que no tuvo concesiones galeristas, que no estaba concebida bajo ningún patrón predefinido, sino que creció y creció de la íntima y única relación entre toro y torero. Y creció tanto que aquello parecía no tener fin.

Y volvió a la zurda y le sacó tres por debajo de la pala. Fue el triunfo del toreo y la constatación de aquello tenía visos de ser algo histórico, que lo fue. Hubo más toreo en redondo, una vuelta más al natural, un puñado de ayudado por alto y una estocada que dejó al bravo Cuvillo sin puntilla.

José Antonio Morante de la Puebla recibió la dos orejas de Matías y entraba a formar parte del selecto 'Club de Matías' del sólo formaban parte Ponce, El Juli, El Cid y Hermoso de Mendoza.

Manzanares cortó una oreja y se le fue el encastado segundo. Rayó a buen nivel, pero le supuso un esfuerzo meter a sus dos toros en la muleta. Con la nobleza del quinto se entendió bastante mejor. Con la espada, un espectáculo.

David Mora, que había sustituido a Leandro, afrontó una tarde de mucho compromiso, la de presentación en Bilbao con un cartel de lujo. Su primero fue bravo y noble, pero el pellizco de fuerzas que le faltaban le restaron confianza en su casta y a Mora no le dejaron explicarse con la profundidad que acostumbra. Por su parte, el sexto tuvo casta, genio y peligrosas ideas. Mora no le volvió la cara y por eso, por ponerse con toda verdad, acabó llevándose un puntazo en dolorosas partes.


PS: En un rato dejamos Bronchales con destino Bilbao. La alternativa de Jiménez Fortes con El Juli, Talavante y toros de Jandilla ya la contaremos desde Vista Alegre.
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