Estadio Olímpico de La Cartuja, Sevilla.
Las cosas eran así: Espartaco era líder del escalafón, el Barça empezaba a soñar el fútbol y Héroes del Silencio era mi banda cuando uno todavía no era ni adolescente. En julio de 1992 ya me había escapado de casa para ir a los toros un día que toreaban Emilio Muñoz, Espartaco y El Soro, y todavía no había cumplido los trece. Lo del Barça se disfrutaba por televisión y Koeman hacía el resto. Pero con Héroes, que ya retumbaban en mis oídos desde hacía un año con Senderos de Traición, nada hizo posible verlos antes de su separación en 1996. Así que tomaremos esta oportunidad como un puto regalo. Uno, en buena compañía, la mejor, ha ido a Sevilla y ha vuelto en poco más de 24 horas y como que todavía no acaba de creérselo, aunque el concierto se viera en la mayor parte de su extensión con toda la tensión, pero con los pies en el suelo y entendiendo la terrenalidad de estos Héroes del Silencio más de diez años después de su separación.
Por supuesto, el sofoco fue inevitable durante las tres primeras canciones y se mal contuvo durante la intro Song to the Siren. El Estanque, Deshacer el mundo y Mar Adentro. La emoción a flor de piel, que luego ya conseguimos medio controlar. Las 70 y pico mil almas que abarrotaban el Olímpico de Sevilla voceaban, coreaban en plan futboleros, saltaban, se agarraban las cabezas. Más que un concierto una ceremonia pagana en la que todos participaban. Y Héroes del Silencio, el propio Bunbury al que uno ha visto criticar el oe oe oe, entregados a la causa dejando participar a todos.
La parafernalia y escenografía así lo reclamaban. El repertorio también, que ningún fallo -un par de equivocaciones en las letras, traspapeleo de estribillos, algún que otro arranque de canción o algún cambio de ritmo desacompasado entre la banda- iba impedir la locura, que se fue sucediendo entre clásicos. La Carta, que siempre complicada de ejecutar en directo sin duda es uno de los retos de esta gira, Bendecida, Sirena Varada...
Y Opio. Se acercaron, el concierto se dejaba ir por la pasarela. Llegaba el momento de tocar en el pequeño escenario arropado por el público y arrancaban con una de las piezas que mejor fueron interpretadas, La Herida...
Porque no era fácil, aunque el sonido fuese perfecto, sentir las canciones como hace más de diez años. Es el inevitable paso del tiempo que da un poco de luz a la razón: los Héroes del Silencio lo dejaron en todo lo alto en 1996 y esto no es más que un regalo para los incondicionales que con los años se han multiplicado, como una oportunidad de revivir lo que ya es historia. Despertar, Apuesta por El Rock n' Roll... Y todo el protagonismo para el gran Juan Valdivia y Entre dos tierras y Maldito Duende, y otra vez: menudo sofoco. Iberia Sumergida, y una verdadera Avalancha...
Era el penúltimo concierto y hubo sorpresa: la de Phil Manzanera, productor de la banda y uno de los culpables del sonido Héroes. Con él, Oración y Tumbas de Sal. Luego se iluminó el Olímpico para La Chispa Adecuada. La cuenta atrás, empezó con Tesoro...
Malas intenciones y En los brazos de la fiebre, que como epílogo en cada uno de los conciertos de esta gira ha sido elevado a las alturas, y la despedida, con la banda, Enrique Bunbury, Juan Valdivia, Joaquín Cardiel, Pedro Andreu y Gonzalo Valdivia, aclamados por la multitud...
PD: Apenas valía la pena hablar ni contar nada, es lo que sucede cuando la emoción se nos va de las manos aunque sea por tres o cuatro canciones. Valencia, el próximo sábado 27 de octubre, en el circuito Ricardo Tormo de Cheste será la última cita.
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