Por Francesc de P. Burguera. En la edición de El País Comunitat Valenciana de hoy 3 de diciembre de 2007.
Ser valenciano
El PP valenciano ha descalificado a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, por no ser "verdaderamente valenciana", a pesar de su descendencia setabense y, por lo tanto, no es digna de encabezar la lista por la provincia de Valencia en las próximas elecciones generales. ¡Vaya por Dios! ¿Era "verdaderamente valenciano" un señor de Murcia, llamado Federico Trillo, que ha encabezado la lista por Alicante varias veces? ¿Y qué decir del paisano del señor Trillo, don Eduardo Zaplana? Este ciudadano entró en política para mejorar de vida económicamente, cosa que consiguió durante los casi ocho años que presidió la Generalitat Valenciana, volando luego a Madrid para ser ministro con Aznar. ¡Menudo carrerón! De alcalde de Benidorm, gracias al voto de una concejala socialista tránsfuga, generosamente recompensada, a presidente de la Generalitat y, luego, a ministro español. De no poder comprarse un coche con no sé cuantas válvulas a adquirir en la zona más cara de Madrid un piso de más de media hanegada de superficie, y otro de menor tamaño en Valencia. ¿Es el señor Zaplana un ejemplo de "verdaderamente valenciano"? ¿Y lo es doña Rita Barberá, que desprecia nuestra lengua hablando siempre en castellano? Y no por razones de familia. Su padre, Pepito Barberà para los amigos, de los que formé parte, no sólo hablaba en valenciano sino que fue, además, un admirador de Joan Fuster. Varias veces vino a Sueca a cenar con el autor de Nosaltres els valencians y un grupo de amigos suecanos.
Pero vamos a ver, ¿qué requisitos se precisan para ser "verdaderamente valenciano" según estos muchachos del PP? ¿Sólo el hecho de haber nacido en eso que llaman la "Comunitat"? ¿O a lo mejor se es más valenciano si se ha nacido en Valencia capital? Claro que a veces, los líderes del PP capitalino se van a darse un baño de "verdadero valencianismo" a alguna comarca. Es lo que hicieron al inicio de la pasada legislatura, en 2003. El entonces conseller de Cultura, González Pons, con un grupo de subsecretarios autonómicos, se desplazó a Ares del Maestrat -lugar emblemático, donde Jaime I inició la conquista del Reino de Valencia en 1232- para presentar lo que se llamó la Declaración de Ares, un decálogo de medidas para consolidar el uso del valenciano en la administración autonómica. Según declaró Camps, quería iniciar aquella legislatura dándose un baño de valencianismo. No res, bufes de pato. El diputado de Compromís, Josep María Pañella, presentó la semana pasada una proposición no de ley en las Corts pidiendo que se cumpliese el decálogo contenido en la Declaración de Ares. El PP, con su mayoría absoluta parlamentaria se opuso a la citada proposición. El diputado del PP, Fernando Giner, al justificar su oposición, dijo que si no se ha avanzado más en la aplicación de la Declaración de Ares es "por los que insistentemente, contra el sentido mayoritario del pueblo, han pretendido imponernos una lengua extraña, una denominación falsa y una cultura que no es la nuestra". Que lo que pretende el diputado de Compromís con su iniciativa es defender la identidad de los Països Catalans. Ja la tenim, pare rector! Lo que se pide, y no enrede el señor Giner, es que se ponga en marcha la llamada Declaración de Ares que, según dijo el conseller González Pons, "es el primer paso del camino que debe llevar a la consolidación del valenciano y su renacimiento". Pues eso. ¿A qué viene el señor Giner tocando la flauta de los Països Catalans? ¡Quin país, Déu meu!
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Del artículo también se han hecho eco en Reggio. Aquí lo primero que se nos ocurrió decir fue: mira qui parla.
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