Cada día llegan más y más imágenes de Pekín, y lo que te rondaré. Y cada día más y más noticias. Mientras que a mi lo que no deja de sorprenderme es que en Pekín el cielo nunca es azul o que al menos yo todavía no lo he visto.
Hasta ahora, haciendo la previa, hemos visto a Rosa María Calaf sacar noticias a duras penas. Imagino que los chinos dirigentes se estarán dando cuenta del lío en el que se han metido, que unos Juegos Olímpicos son tan enormes que controlarlos resulta prácticamente imposible y más si recibes de hoy para mañana a más de 30.000 periodistas y a varios miles de deportistas. Como si no tuvieran suficiente con preocuparse de la seguridad ante las amenazas terroristas, que ya van haciendo de las suyas, y de acallar a los grupos pro Tíbet que han seguido al fuego olímpico por todo el mundo.
Faltan tres días, y la última es que el Comité Olímpico Español ha avisado a los deportistas que de política ni un palabra. Ni un comentario sobre la precariedad de los derechos humanos en la gran China ni del conflicto con el Tibet ni nada de nada.
El reto está servido. Más que cualquier competición deportiva, habrá que ver cómo el orden en China sobrevive a la vorágine de los Juegos y si alguien se atreve a realizar algún gesto de esos que han aumentado la leyenda de las citas olímpicas y han hecho tambalearse a férreos gobiernos a lo largo de la historia. Como pasó en México '68 con el "Black Power", que le metió el puño a Estados Unidos a ojos de todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
comenta si te apetece