Seriedad. Victorino fue Victorino, Bilbao, Bilbao y El Fundi y Diego Urdiales, dos pedazos de toreros. Antonio Ferrera también aunque un poco menos o un pinchazo de más.
Diego Urdiales cuaja la faena a Planetario donde sea y lo levantan a hombros y lo llevan a la furgoneta o hasta donde haga falta. En Madrid también, aunque el estocanazo quedase algo trasero. Pero Bilbao es Bilbao. La faena había sido maciza, asentada, templada e imperfecta, como es la tauromaquia.
Conforme saltó Planetario para derrochar bravura del tendido brotó una ovación como si viniese de La Rioja para Urdiales. Era el tercero y el primero que permitía estirarse con la capa y asentar las zapatillas. La dicha fue para Urdiales en su presentación en Vista Alegre, para donde ya tiene billete de vuelta.
Planetario, en saltillo, humilló, tuvo casta, prontitud, fijeza, dos velas y bravura. Se fue libre al peto de primeras y tuvo fijeza en los dos que tomó. Tres series en redondo reunidas y templadas. Bien el inicio al natural, templado. La segunda empieza acelerada. Se gusta el torero, se le olvida lo del cuerpo en un par de redondos y la plaza hierve. Otra más sin tanto follón, que como todas las anteriores se habían reunido en el mismo terreno. Unos ayudados para acercar el toro a las rayas. Estocada. Oreja, sólo una que por tratarse de casquería no mueve ni una coma de las verdades de Diego Urdiales y Victorino a través de ese cárdeno llamado Planetario.
La figura de El Fundi desprende respeto. Su actitud y compromiso con el toreo son de una verdad que apabulla. A parte del paseillo, que en Bilbao es completamente recto, ya nada más tuvo fácil en la tarde final de las Corridas Generales de 2008. El primero fue una alimaña con todas las de la ley que no dejó de andar, medir y radiografiar a El Fundi, que se puso, sacó lo imposible, recibió una paliza y una cornada, calló, se volvió a poner y se tiró a matar como un león.
Más todavía en el cuarto. Toro serio y humillador aunque de embestida corta y no fácil. En el mismo centro, sin vender, esperando la arrancada, la muleta presta. Emoción e inteligencia. Otro susto, pero el torero por encima de todo. La estocada, estoconazo fulminante. Premio de una oreja a la que Fundi se agarró bien fuerte para dar la vuelta al ruedo. Luego en silencio pasó a la enfermería, tanto que sólo nos percatamos de su ausencia cuando su cuadrilla abandonaba sin matador la plaza.
Ferrera bailó con la otra alimaña de la tarde, el segundo. El quinto tuvo calidad y lo aprovechó. Primero en banderillas que pusieron la plaza en pie. La faena de muleta fue creciendo tanto en temple como en calidad. Ferrera consiguió asomar la cabeza conforme estaba la tarde, pero acabó pinchando.
Urdiales cerró con el más soso, pero sin volver la cara no fuera a ser que le quitasen el billete de vuelta.
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