el país vasco ante ¿el cambio?

A los resultados de las elecciones en el País Vasco será complicado darles la mejor solución. Será complicado porque Ibarretxe al frente del PNV ha visto como se ha acercado el PSE con Patxi López al frente, el PP porque por aquello del voto oculto ha sacado algún que otro escaño más de la cuenta, 100.000 votos han quedado, su mayoría, en el bando de un sector abertzale anulado y la prensa recalcitrante no va a parar meter cizaña mientras pueda y retorcer las ideas pese a lo difícil de la situación.

Pese a todo, Patxi López parece tener meridianamente clara su intención de ponerse a gobernar en solitario. No lo tendría más complicado que un Ibarretxe a quien le ha llegado la ayuda desde Catalunya con el aviso de Artur Mas a Zapatero en esa clave nacional tan al pelo con estas elecciones y a la que no se ha dudado en sacar punta. Otra cosa sería la duración de cualquiera de los gobiernos resultantes al frente del Parlamento Vasco.

La papeleta, en fin, es compartida por los dos partidos más votados, que si el sentido común reinase no dudarían en formar el gobierno más fuerte posible. Y si fueran capaces, adherir a la corriente Aralar, mejor: sería eso sí un verdadero ejemplo de democracia frente a todos lo males que arrastra la convivencia en Euskadi, además de la realización de una utopía. Y no las quinielas que circulan tan posibles como equivocadas y que vuelven a caer en el error eterno y absurdo de enfrentar el bando nacionalista vasco al nacionalismo español (y viceversa) en el supuesto afán del cambio: pero qué cambio es ese y, sobre todo, qué aportaría construyéndose desde la ignorancia a la propia realidad. En este caso y en este País Vasco hay que pensar en todo, incluso en la irracionalidad de las armas frente al resultado ofrecido por las urnas. Y que por lo tanto el cambio no es cosa de dos o tres partidos, sino de todos. De toda la sociedad, incluso de aquellos que han votado nulo y por eso cantar el cambio resulta tan osado y obliga a preguntar ¿pero qué cambio?