Desde la politizada prohibición de las corridas de toros en Catalunya, donde ya de por sí viven en una evidente decadencia, a la falta de interés de los Gobiernos Centrales, la desunión histórica de los taurinos y su incapacidad a la hora de la promoción y defensa real, la presión eficiente y bien trabajada del lobby antitaurino. el insufiente traspaso a Cultura o la realidad de un espectáculo que, afectado por la crisis, ha sufrido un evidente descenso en el número de festejos que debería servir para ajustar el sector taurino a la realidad.
Cuando el próximo domingo finalice la corrida en la que están anunciados los diestros Juan Mora, José Tomás y Serafín Marín, las puertas de la plaza Monumental de Barcelona se cerrarán para siempre.
Esa tarde, con toda seguridad, la esquina entre la Gran Vía y la calle de la Marina, colindante con el viejo coso de El Sport, será un día más escenario de encendidos enfrentamientos verbales entre aficionados y antitaurinos ruidosos, airados y vehementes. Pero seguro que la guerra no pasará a mayores; las actitudes de unos y otros demuestran que la pasión va intrínsecamente unida a este espectáculo que un día fue santo y seña de este país, y que hoy naufraga en medio de un mar embravecido de problemas. [MÁS]
La doble página va acompañada por otro artículo firmadado por Rosa Jiménez Cano: '¿Y dónde están los jovénes?'
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