Foto :: Reuters // Vía :: El Mundo |
Inmenso desde la primera bola hasta el final, cuando los cuerpos de los dos tenistas dijeron basta tras más de cuatro horas de juego. Tenis total, de una verdad como pocas veces se ha visto. Choque de titanes vivido con una intensidad brutal en la pista, en las gradas del Arthur Ashe, por televisión y por Twitter. La intensidad duró desde el primer 15 hasta que Novak Djokovic pidió la asistencia del fisio, cortando así el ritmo desenfrenado de tenis y de un Nadal que le estaba dando la vuelta a aquello con toda la procesión por dentro atenazándole los músculos.
Nadal se creció cuando su bestia negra le había hecho dos sets. Luchó por el tercero en un derroche de voluntad, tenis y fuerza ejemplar, sólo al alcance de los mejores. Todo un ejemplo. Una auténtica lección frente al mejor tenista del momento, Novak Djokovic, quien visto lo visto tampoco puede dejar de seguir haciendo historia esta temporada con un juego intratable, prácticamente propio de un extraterrestre.
Esta noche el tenis se ha acercado, y de qué manera, a la grandeza del toreo. Porque llega un momento en el que ganar o perder pasa a un segundo plano. Este Rafa Nadal debe tener un torerazo en su interior. Basta, tras presenciar la histórica final del US Open 2011, imaginar la lidia más intensa que pueda uno imaginar para hacer la comparación salvando, por supuesto, todas las distancias.
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