Plaça de bous d'Algemesi. Séptimo festejo de la Setmana de Bous. Novillos de Guadaira de excelente presentación. Destacó el bravo segundo, de nombre Organillero, premiado con la vuelta al ruedo. Martín Escudero (silencio y ovación) y Posada de Maravillas (una oreja y silencio). Casi lleno. [VÍDEO]
Guadaira presentó una novillada que por muchas cosas pareció una corrida de toros. Desde el mismo inicio. El salpicado que salió primero era un tío: por hondo, cuajado, badanudo. Y el segundo, 'Organillero', número 56, con expresión de bravo, de toro bravo, auque de trapío menos equilibrado, menos rematado, pero un cuello considerable, mostró de salida total expresión y actitud al iniciar la embestida, empujando de atrás, echando el hocico adelante, entregándose al vuelo de las telas que no estuvieron a la altura.
Le dieron la vuelta al ruedo a 'Organillero' con total merecimiento. Su triunfo fue el mayor suceso de una tarde en la que el acelerador no se apretó nunca en el momento adecuado y quedó al final la impresión de que la cuajada y bien comida novillada de Guadaira se arrastró con varios argumentos por desentrañar y varias orejas por cortar.
Inapelable el triunfo de ese 'Organillero' cargado de virtudes en sus quehaceres. Poco que echarle en cara más allá de ser poco vistoso en su pelea en varas. El galope franco, la actitud al arrancar y tomar las telas, el tranco y la forma de planear lo marcó de salida. Con importancia que dicen. Bravura templada en la nobleza. La posición fija, expresión de entrega y la prontitud a los toques. Que solo se le cortase una oreja dice poco en favor de Posada de Maravillas. Predominó el barullo, la falta de poso. Un quite por delantales y una media de remate, culazo incluido, a la velocidad del rayo. No aportaba lo que pedía la actitu de Organillero. El inicio por abajo, excesivo por ligero y falto de mando.
Fue a partir de mediada la faena cuando Posada buscó la ligazón y el novillo repitió con largura, pronto, al toque. y por ambas manos. Con clase imponente. Hasta entonces muy de uno en uno, y siempre al hilo, sin romperse ni ofrecer ventajas para lucir al animal y trascender con el toreo a aprtir de sus virtudes. La faena, eso: quedó sin romper y se remató de bajonazo, el premio de una oreja porque la faena de Posada no dio para más. El triunfo auténtico fue el de 'Organillero'. De Guadaira. Número 58.
Martín Escudero se entregó en el tercero y al badanudo primero lo atacó poco. Desde ahí vino desiquilibrada su tarde. El salpicado, bragado, meano, corrido y gargantillo primero tuvo seriedad y hondura de toro. Engallado, muy montado en todo momento, sin entrega cuando lo dejaban ir y venir a su aire, fue poco uniforme, pero cuando fue obligado tuvo importancia. Cuando Martín Escudero se metió con él, la respuesta fue continuada, repetida tras los flecos, en redondo. Pero la relación tuvo demasiados pausas entre muletazo y muletazo, suficiente para crecer en sus reservas, escarbar y navegar la faena en medias tintas. Pero al final fue cuando se apretó con él y el novillo-toro reveló su importancia. Con la espada lo pinchó.
El concepto de Martín Escudero se palpó mejor ante el tercero. Su postura casi totalmente enfrontilada y el muslo por delante. Un concepto que debe ganar en naturalidad, pero que lleva implícita una enorme entrega. Venía forzado, dispuesto a solucionar la tarde. Enfrente, el Guadaira de peor concidición. Serio y guapo, empujó más de pechos y se freno de atrás. Tendió más defenderse y le faltó inercia o la raza que parte y empuja de los riñones. Tendió a defenderse, violentón. En una de esas zancadilleó a Martín Escudero, lo pisoteó y la mano derecha le quedó lesionada. Hizo el esfuerzo, mató como pudo y abandonó la plaza con el brazo derecho vendado.
El cuarto y último cometió el error de empujar con bravura a la cabalgadura. Apretó con fijeza, derribó, volvió y le dieron y bien. No faltó entrega, pero el castigo quedó excesivo, sin mesura por parte de Anderson Murillo ni mando desde el jefe de filas. Así al último tercio llegó muy aplomado y Posada estrellando su tarde en Algemesí definitivamente en un lote con predominio de bravura. Qué cosas.
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