Primera de la Setmana de Bous d'Algemesí. 21 de septiembre de 2013. Novillos de Lagunajanda de presención justa, poco ofesiva, falta de casta y no sobrada de fuerzas, salvo el cuarto, enrazado y bravo. Curro de la Casa (vuelta al ruedo y una oreja) y Jorge Expósito (silencio y dos orejas). Lleno. [VÍDEO Y GALERÍA]
Ya está en marcha la Setmana Taurina d'Algemesí. El milagro un vez más de rizar el rizo: el pueblo que suma y comparte, que construye y se divierte, que cuida y se siente orgullosa de sus días de toros. Y el milagro es ese y lograr mejorar el año anterior. Por delante nueve días de toros y diez festejos taurinos con las miras puestas en el futuro. Este año están los novilleros más apetecibles, pero el pilar fundamental para el pueblo de Algemesí es la presencia del torero del pueblo, Jorge Expósito que se presenta con picadores y hace doblete. Hoy ha abierto la puerta grande convertido en héroe popular, admirado por los más pequeños y volverá para cerrar una feria que promete muchas experiencias desde un punto de vista único para la tauromaquia como es el que depara Algemesí y su cuadrilátero de madera levantado cadafal a cadafal por las propias peñas que lo llenan de pasión.
Jorge Expósito cumplía el sueño de debutar con picadores en su plaza, en su pueblo, con los suyos. El recibimiento nada más se hizo presente en la arena fue una ovación como pocas. No en vano la expectación es grande y sus dos festejos varios días antes ya tenían agotadas las entradas. Y él, a cambio, lo dio todo. Incluso se pasó en los efectos, en la entrega y los nervios y el propio afán por llenar la escena le llevó a atacarse en exceso.
La novillada de Lagunajanda estuvo correcta de presentación, pero sin excesivas apreturas. Suelta de carnes y caras poco ofensivas. Poca raza por dentro para empujar su nobleza y fuerzas no sobradas. De la generalización se salvó el cuarto, que sacó casta y bravura. Y ahí vino la traca: el binominimo Expósito-Algemesí, la necesidad de la creación de un héroe popular que fue levantado a hombros.
Hasta entonces la novillada poco había hecho por romper la espesura y el calor intenso. Curro de la Casa era quien abría. Su mérito era reaparecer en Algemesí tras una cornada seria en Villa del Prado. Mérito sordo que pasó desapercibido en un cuadrilátero que para quien no lo conoce impone e incluso asfixia. En esa situación, la de abrir tarde y feria, De la Casa pecó de tímido. Correcto, pero excesivamente discreto con el noblón pero flojo y descastado novillo de Lagunajanda que hizo primero. Más resuelto cuando tras la ovación se dio una vuelta al ruedo por su cuenta.
Jorge Expósito a punto estuvo de ver truncada su tarde y su feria por el tremendo tantarantán que le dio su primer novillo cuando lo recibió a porta gayola. Al salir de una esquina del cuadrilátero por una puerta la mar de estrecha, apenas queda sitio para vaciar y Expósito no se libró del viaje, de un puntazo en el bajo vientre y una buena paliza. Pero no se arredró. Algemesí se entregó ante tanta actitud. Expósito siguió la premisa, como buen conocedor de la plaza de su pueblo, de llenar la escena. Los nervios, las prisas, afloraron. Con las banderillas, más querer que armonía, destacó al quiebro incluso con las cortas. Pero luego a la faena le faltó pulso, pero sobre todo le faltó orden y argumento y al novillo pujanza. Con la espada, fatal. Tanta intensidad quedó en silencio.
En el cuarto se cambiaron las tornas. Más enrazado el castañito, apretando de verdad en el caballo y yéndose a los vuelos con intensidad. Sobre todo por el pitón izquierdo. Por ahí, por la mano que lo distingue, Expósito hizo lo mejor. Antes había vuelto a banderillear, algo que debería tomar como normal, sino como excepción para con sus paisanos y ya. Volvió a quebrar e incluso sacó la silla de enea, una cadira de boba como decimos aquí. Y los tendidos más jóvenes lo vivieron como el acabose, con total entrega, con toda la fuerza que da sentir que empieza la Setmana de Bous y que queda mucho por vivir.
Bueno de verdad el inicio de Jorge Expósito, por abajo, doblándose, llevando largo el viaje. Los nervios o las prisas habían pasado a un segundo plano. Cuando sintió al novillo rebozarse por el pitón izquierdo, fundamentó la faena ahí. Por el derecho había menos profundidad. El natural fue de largo trazo, no siempre limpio, pero ligado con emoción. La faena tuvo un idea argumental y una actitud, la del novillero que quiere. Tras cuatro tandas al natural, las rodillas al suelo, los molinetas, los circulares y una estocada baja que no impidió la explosión final y la concesión de las dos orejas por parte del alcalde, Vicent Ramon García, que hoy hacía las veces de presidente.
¿Paisanaje? Evidente que sí. ¿Que la faena valía dos orejas en Algemesí si la hace cualquier otro? También.
Otra oreja se llevó Curro de la Casa sobre todo gracias a la estocada con la que concluyó ante el tercero: sincera y fulminante. A la faena, en cambio, le faltó alegría y le sobraron dudas. Poca raza y menos clase en el novillo, reponiendo demasiado. Por cierto, lo mejor de capa de la tarde lo hizo el sobresaliente Fernando Beltrán en un quite por tafalleras. Curro de la Casa con las heridas todavía frescas bajo la taleguilla se resignó sin afectación visible más allá de un piel blanquecina, más aún por los días de hospital y esa carita y ese corte de pelo más de otro tiempo. Lo dicho, lo mejor la estocada, aunque delanterita, buena. Y la oreja, generosa o más. Y ahora toca recuperarse del todo, porque en Algemesí De la Casa no se expresó como debe ser: los puntos todavía atando la piel, un plaza así, un lote que dio para mucho y más en el día que estaba reservado para Jorge Expósito
Era el día de Jorge Expósito, su pueblo quería un héroe de casa. Y hoy lo tuvo.
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