13 mayo 2014

#sanisidro14/ iván fandiño, la puerta grande de la verdad


Iván Fandiño tenía la ansiada Puerta Grande de Madrid al alcance de la mano. Había cuajado dos toros. Al encastado, a toma y daca; al noblón, por la zurda y sus vuelos. La tenía, ya no cabía duda. La puerta grande ansiada tantas veces, ahí. Un martes y 13. Y hacia falta más. Más verdad todavía. Y arrojó la muleta y se tiró a matar o a morir. A cuerpo limpio y sincero. Y la puerta grande se le abrió, por fin. La puerta grande de la verdad. De su verdad.


La corrida de Parladé, de nota. De seis, prácticamente los seis. Una oreja le cortó a cada toro en dos faenas distintas, rebosantes de temple táctil e interno. De valor seco y ni un paso atrás. La inteligencia y la vida entregadas al toreo. Encastado y con pies el primero del lote de Iván Fandiño. Le tragó sincero en los mismos medios, pese al viento. Abajo el muletazo, puro, y ligado a otro; atornillada la planta, arriñonada la cintura, ceñida la embestida. Todo para el toro, que venía doliéndole el toreo en toda su casta. Justo ahí donde un toro se entrega definitivamente o protesta y protesta y acaba por entregar las cartas. Pasó lo segundo. Faltó esa tanda de dominio obvio, pero el toro no entregó esa embestida. Pesó más la emotividad y autenticidad. Faena de poder a poder, que ganó Fandiño. El epílogo por bernardinas apretadas al máximo. La oreja caía tras espadazo de libro.


Otro paso más. Al noblón quinto Fandiño le puso toda la sutilidad. Trazó la faena al natural, con los vuelos templando la embestida. Fandiño por lo vuelos, oiga. La diestra reventó aquello. Por abajo. En terrenos del cinco y del seis. La faena era de Puerta Grande. Pero faltaba ese paso más porque el camino no acaba aquí aunque la rebelión de Fandiño por fin se completase en Madrid: por eso se tiro a matar o a morir, porque por la gloria del toreo uno nunca hace suficiente. Y Fandiño mató así por la Puerta Grande de Madrid cuando ya la tenía porque, tal vez, quire más todavía.

La corrida de Parladé, lo dicho, de nota muy alta. Encastada. Siempre a más. Exigente. Como fueron el segundo o el cuarto. A El Cid se le fue el lote. Del primero ni se esperaba que le fuera a embestir tan por abajo. Y a la apuesta que le planteó el cuarto, no llegó. Mala tarde. Ángel Teruel mostró sus buenas maneras, pero sin acabar de romperse con el más templado (el tercero) o con el más bajo de fondo que hizo último.

 Qué tarde de toros y qué tarde dio un torero imponente: Iván Fandiño.

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