Enrique Ponce volvió a Las Ventas como si le debiese algo a alguien. Con la hierba en la boca, las tripas hirviendo, el corazón caliente y el valor enclaustrado, buscando por donde salir. Pero todo con ese tempo, pausa y ritmo que sólo una figura del toreo de semejante mesura puede manejar en una situación así. 25 años de mando. Cuántas embestidas administradas, corregidas, superadas, gobernadas, podidas, exprimidas, mejoradas y aumentadas, alargadas y enroscadas han cabido en esa muleta en ese cuarto de siglo. La cuenta, como que se perdió. El guarismo de Ponce es el infinito.
Volvió a Las Ventas 5 años después, pero como si hubiera toreado allí anteayer y lo mismo que si se tuviera que ganar la temporada entera. Cualquier idea, cualquier concepto sobre Ponce nos lleva al infinito. Ponce es Ponce. No hay más. A infinito tiende lo conseguido. A infinito tiende su ambición (su afición). Tanto que parecía que le quedaba por saldar alguna cuenta o demostrar a saber qué: nada más que la evidencia.
Se secó el pozo escaso del primero de su lote irremediablemente, un toro que se había cuidado en exceso y había brindado al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Al cuarto, 'Baderno' su nombre, le vio la escasa rendija en una mandeja de gañafones y embestidas peligrosas, cortantes a mitad del trazo, protestadas todas. El incio por abajo lo ganó por mando y disposición. Allá donde otros naufragan o se aburren, Ponce es Ponce en su apuesta infinita, una disposición que viene a emparentarlo en esta feria con Román o Fandiño. Ponce es Ponce cuando se inventa cada embestida, se inventa al toro entero, pese a su arisco carácter e ideas poco concretas, y le hilvana --construye, argumenta-- faena candidata a trofeo si la espada... ¡ay si la espada!
Ponce es Ponce cuando manda por abajó, dibuja el natural y se entrega al siguiente como si le fuese en ello la vida. Se dobla torero, y liga en redondo una embestida imposible para el común de los mortales. Menos para Ponce, que la sujeta en varios toques, tira de ella, traga, consiente y se la pasa por faja o por el corbatín.
Fotos :: Juan Pelegrín - Las Ventas |
La corrida de Victorino del Río fue la B. O eso se supone. De seis, tres y muy medianos. El lote fue para el confirmante David Galán. Animoso, pero poco generoso en su primero y sin mano izquierda con su segundo. Ambos tuvieron alegría en las formas y nobleza. También alegría transmitió el joven Galán. Por su parte Castella estuvo desenfocado toda la tarde. Estrellado con su primero, una raspa impresentable para Madrid; al quinto no lo entendió ni en pulso, distancias ni terrenos. Mal.
Ponce puede volver a Las Ventas cuando le plazca.
1 comentario:
¿Acaso ha visto desde donde citaba? ¿Ha visto que cabía un tren entre toro y torero? ¿Ha visto si citaba con la panza o con el pico de la muleta? ¿Ha visto como mató?
No, seguramente solo haya visto lo que le interesa, como la mayor parte del publico
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