Fotos :: La Maestranza
Esaú Fernández con su primero también cuajó un puñado de naturales que marcan la línea a seguir por el torero. El sexto, en cambio, se le paró sin raza ni gracia. En cambio, Oliva Soto tuvo lote para la épica. Sobre el todo el quinto, que embistió con emoción en el inicio de faena. Pero todo sucedió a excesiva velocidad y se descompuso aquello. Faltó firmeza y pulso, sobraron huecos y llegaron dos feas volteretas. El animal se orientó y todo se fue al traste.
La corrida de Cayetano Muñoz, variada de pintas, fue muy justa de fondo y de forma.
PS: En El País, Antonio Lorca: 'La fría elegancia de la modernidad'
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