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23 mayo 2015

la huella de #sanisidro2015 (by ángel moreno)

El segundo tramo de San Isidro tuvo a Eolo como protagonista. Sin estar anunciado en los carteles no faltó una sola tarde para hacer diabluras sobre el ruedo, restó vistosidad a los espectáculos e hizo mella en la confianza de los toreros. Aun así, han pasado cosas tan importantes en Las Ventas que ni el viento será capaz de borrar la huella que la verdad del toreo deja en la memoria.



 El domingo 17 de mayo se lidió una corrida de El Montecillo de irreprochable presentación. Fue corrida inquieta en los primeros tercios pero de buen fondo. La faltaron grados de casta para ser corrida importante pero se entregó noble en la muleta de los toreros. Sobresalió Adobero, lidiado en último lugar.

Juan Bautista no pasó de correcto en dos faenas académicas pero de escasa expresión. No quiso apostar por el emocionante pitón izquierdo del primero ni estuvo a la altura del precioso cuarto. Tuvo Espantador I clase para poner el alma en la muleta pero esa tarde parecía no fluir la gracia por las venas del torero de Arles.

Con tres tandas explosivas por el pitón derecho comenzó la faena de Alberto Aguilar al segundo de la tarde. Entró la gente enseguida en la obra porque había emoción, ajuste y mando sobre las embestidas. Fue toreo de cite firme para fijar al toro y llevarle con pulso  cosido a la muleta. Con menos aptitudes el animal por el lado zurdo, y una actitud menos decidida del torero, la faena perdió calor. Acabó la historia con una ovación para cada uno de los protagonistas y la sensación de que aquello debió tener un final más feliz.
 


Joselito Adame tuvo la mala suerte de ver como se inutilizaba su primer toro y la fortuna de que entrase en su lote Adobero. La conjunción era ideal, toro encastado y torero en sazón. La gente sintonizó con la faena desde el quite por lopecinas que ejecutó el de Aguascalientes. El remate por bajo de los estatuarios de inicio revolucionó los tendidos. Ofreciendo el medio pecho, con la franela en la mano diestra, se desataron ajustadas tandas de muletazos de minucioso pulso y extremo ajuste. Los remates por bajo de cada tanda cumplieron doble función, impregnar de torería la faena y no violentar al animal, que nada agradecía por arriba. La proposición del toreo al natural fue sincera, hubo momentos brillantes también por ese pitón aunque por ahí se hacía más renuente la embestida de Adobero. Incluso pareció  amagar con rajarse. El torero debió sentirlo así porque inmediatamente se fue a por la espada y despachó a su enemigo de una formidable estocada recibiendo. Adame estuvo listo para aprovechar las cualidades del toro pero quizá se le puso en contra tanta clarividencia. Quedó la sensación de que a la faena la faltaba algo para las dos orejas, debió exprimir más al toro, bien para mostrar si era cierto que Adobero quería rajarse, bien para terminar de cuajar la faena que le valiese la puerta grande.

La segunda novillada del abono llevaba el hierro de Conde de Mayalde. En líneas generales tuvo poca raza, sacó genio y resultó ingrata para los que se pusieron delante.  Salvó la tarde en el aspecto ganadero el novillo lidiado en cuarto lugar, Agachado de nombre, que lució más virtudes que entre todos los que salieron al ruedo esa tarde. Novillo bravo de verdad.

Empezó la lidia de 'Agachado' con un susto, pues mientras se desarrollaba el primer tercio arrolló a su matador. Sin estar del todo repuesto de la voltereta, Posada de Maravillas se fue al centro del platillo para citar con la muleta plegada. El toreo al natural brotó con plasticidad, la muleta cogida cerca del cáncamo ampliaba su vuelo  y con el brazo pegado al cuerpo tiraba de muñeca para enroscarse el novillo a la cintura. Esta personal forma de interpretar resta largura a los muletazos pero surgen más profundos. Fue intercalando los pitones del animal para evitarle vicios. En redondo también trazó con empaque y hondura. Maravilló con distinguidos muletazos de adorno para abrochar las series, hubo un cambio de mano infinito. Llegó a alcanzar el trasteo enorme intensidad, tan solo una duda en el planteamiento del cierre de la obra restó unidad a lo realizado, esto fue lo que privó al extremeño de la segunda oreja.



Roca Rey tuvo un lote imposible, pero no dejó un resquicio de duda sobre su proyección de torero importante. Valeroso y con recursos volvió a camelar a la afición que le vio salir en hombros hace escasamente un mes. Derrochó ganas pero sin crispaciones, todo templado, medido y con mucha cabeza. Se arrimó como un desesperado para obligar a sus novillos a tirar para adelante pero fue tarea imposible. 

Clemente no dejó la misma impresión, con poco oficio, navegó en un mar de dudas que dejó entrever la poca evolución de su tauromaquia. Destacó entre las cuadrillas la profesionalidad de Morenito de Arles.

El martes 19 enviaban los Hermanos Lozano la primera de las dos corridas que van a lidiar en el serial con el hierro de Alcurrucén. Fue un lote desigualmente presentado pero fino y serio, de armónicas hechuras como corresponde a los toros que proceden del encaste Núñez. El juego que ofrecieron también se mantuvo bajo los parámetros de lo que se espera en esta ganadería, poca atención de salida pero fondo y clase en el tercio final. La característica común del encierro fue la humillación.

Antonio Ferrera tuvo que tirar de arrestos para meter en la muleta a su primer toro, que embestía con violencia indómita. El aire puso a prueba la firmeza del extremeño que nunca se arrugó y puso orden en unas embestidas complicadas de sujetar. El viento se llevó la posibilidad de ver en plenitud al torero y al toro. Faena de mucho oficio que no dejaría satisfecho al matador que estuvo dispuesto pero con esas condiciones era imposible estar mejor. El cuarto tuvo menos chispa, Ferrera de nuevo le hizo todo como si fuera bueno y sacó el partido que pudo del largo viaje que el toro ofrecía por el izquierdo. Falló a espadas pero dejó ver el buen momento que atraviesa es su carrera.

Juan Bautista tuvo en sus manos el lote que siempre habrá soñado que le tocase en Madrid. Fue un dechado de clase Palillo, siempre buscando los engaños por abajo con ritmo suave y ese tranco de más que tiene la estirpe Núñez como principal virtud. Era un capricho para los ojos ver embestir con esa elegancia. El torero francés lo único que hizo bien fue matarlo tras una faena discreta. El quinto fue Peladito, que además de embestir con clase tuvo un punto más de fiereza que le sumaba importancia a todo lo que se le hacía. Otro toro de triunfo para una muleta que no estuvo a la altura de tan excelente embestida. Más animado Bautista en esta faena, dibujó dos tandas de relajada figura y recetó otra buena estocada. Escaso argumento ante dos toros que fueron arrastrados entre merecidas ovaciones.

El Capea tuvo el lote intermedio de la tarde, un lote suficiente para apostar, para decir algo si de veras quiere navegar con justicia en este mundo.  Era la oportunidad perfecta para justificar su inclusión en una feria que entró sin haber contraído ningún mérito. Nada demostró Perico, que se marchó de la plaza con la esperanza de seguir siendo el capricho del empresario para que le vuelvan a contratar en 2016.

El miércoles 20 de mayo se celebró la corrida de la Prensa  con un cartel de menos fuste que en pasadas ediciones. Como no podía ser de otra manera, esa tarde el primer recuerdo fue para David Mora, que aún sigue convaleciente del percance que tuvo  hace un año en esta plaza. Se lidió una floja corrida de Jandilla que apuntó virtudes pero que salvo el toro lidiado en cuarto lugar careció de la potencia necesaria para desarrollarlas. Gestor maquilló el fracaso del ganadero.
 

Miguel Abellán lo fijó en los engaños lanceando con gracia tras esperarlo a porta gayola. Inició la faena de muleta domeñando el carácter de Gestor por abajo. Se puso Abellán al refugio de los tendidos de sol para torear en redondo, pero muy remontado de casta Gestor embistió para dejar sin aliento a cualquiera. Miguel no se dejó tocar la muleta en tres tandas veloces al vibrante ritmo del que imponía Gestor. Fue imposible imponerse sobre la embestida y el toreo brotaba vertiginoso, sin rematar los muletazos, hilvanados unos con otros, parecía un tiovivo. Se jalearon con entusiasmo las tandas más por la emoción que trasmitía la codicia de Gestor que por el poso que dejaba el trazo de la muleta. Toro espectacular, se apreciaba imposible gobernar el torrente de acometidas. La voluntad de Abellán no terminó imponerse. Al natural, sin armar la muleta, fue imposible el acople. Difícil papeleta la que tuvo que resolver el torero madrileño. Jamás dio la espalda a la situación y se valoró tal entrega pero no logró convencer al respetable que tributó a Gestor con una gran ovación en el arrastre.

El Fandi tiró de repertorio para gusto de sus simpatizantes e indiferencia de la mayoría del público que ocupaba el tendido. Bien con la capa, espectacular en el segundo tercio y poca sustancia en su rígida muleta. Una tarde de pocos argumentos la del granadino.

Escribano pechó con un lote insulso. Puede estar tranquilo el matador porque el balance de sus actuaciones fue más que positivo por su actitud. Demostró capacidad y todo cuanto planteó a sus enemigos desprendía verdad. Fue extraordinaria la estocada en los medios con la que despenó al sexto de la tarde. Deja el ambiente a su favor para la próxima oportunidad que tiene en la feria.

El jueves se llenó la plaza hasta la bandera para ver uno de los carteles más apetecibles del abono. Salió de chiqueros una destartalada corrida de Núñez del Cuvillo de impropia presentación para esta plaza. Encima estuvo al límite de fuerzas. Tuvimos la suerte de ver salir un sobrero de El Torero que sin duda será de los toros a tener en cuenta a la hora de los premios. La excelsa bravura de Lenguadito fue punto de encuentro entre lo que busca el ganadero, lo que necesita el torero para expresarse y lo que hace disfrutar al aficionado.




Fue el toro perfecto para ver la depurada versión del toreo que actualmente está ofreciendo Sebastián Castella. El inicio fue marca de la casa, garbosamente rematado por bajo. Naturalidad a derechas en tandas perfectamente ligadas de hasta siete muletazos. Ni un solo tirón, todo pulso en el de Béziers que cuanto más despacio se pasaba el toro por los muslos más parecía disfrutar. Colocación exacta, ni un paso de más, todo a giro de talones. Al natural voló la muleta sin un solo toque, ni para citar. Fue toreo de dejar muertos los flecos adelante y abandonarse, soñarlo. Tan inverosímil como embriagador. Mejor torero es Castella ahora que nunca porque para torear así hace falta el mismo valor que antes se le cantaba, pero una técnica más exquisita. La travesía del estoque sobre el morrillo de Lenguadito quitó la gloria de la puerta grande al torero de francés.

La pureza cantada de Diego Urdiales encandiló en bellos pasajes durante el cuarto de la tarde, toro noble pero de bruto estilo. La proposición del toreo puro sigue cotizando al alza aunque surja imperfecto, fue la faena del riojano intermitente por tropezada pero cautivó en un trincherazo, tres naturales de frente y una trincherilla.  

La tarde tuvo poca historia más ya que Talavante no se dio coba con dos toros inútiles. Se aplaudieron las actuaciones  de Óscar Bernal sobre el jaco, la brega de José Chacón y los pares de banderillas de Juan José Trujillo.

El cartel que cierra la semana que nos ocupa también lució el “no hay billetes” en la taquilla. Tarde de mucha expectación para ver el único paseíllo que iba a realizar José María Manzanares. Sumaba importancia al cartel Miguel Ángel Perera e hizo labores de telonero Juan José Padilla. Se eligió con esmero para la ocasión un hermoso encierro de la ganadería de El Pilar, que defraudó en gran medida ya que su raza no estuvo al nivel de su lustrosa apariencia.

Nadie será capaz de reprochar a Padilla sus ganas de satisfacer a todo aquel que paga una entrada, pero debemos considerar que su tauromaquia no luce refinado estilo. Tiene otras muchas virtudes el jerezano, pero esa tarde sus animales precisaban tacto cristalino. Su endeble lote tuvo nobleza para seguir las telas cuando se le trataba con mimo, pero desordenaban sus embestidas tirones y toques a destiempo, por esta falta de tacto no pasó de vulgar con el primero y vio rodar por el ruedo varias veces a su segundo, que desbordaba clase entre los trallazos de Padilla. Puro trámite la tarde de Juan José.

Más aristas que analizar tuvo la tarde de Manzanares, que cortó una discutida oreja en el quinto de la tarde. Recibió con ajustadas verónicas al sobrero de Charro de LLen que le tocó matar en su primer turno. Tuvo casta el toro, su fijeza le hacía acudir presto a los cites pero con más genio que clase. La violencia de sus arrancadas le hizo toro emocionante en la muleta. Le plantó cara Manzanares con fibra, pero sin el convencimiento necesario, había que tragar para meterle en la muleta y el torero tragó lo justo. Cuando se empezaba a calentar la gente, el alicantino despachaba por alto las arrancadas, no hubo tanda que sumara más de tres. Teniendo momentos estimables la faena no estuvo a la altura de lo que se espera de un torero que se juega todo a una carta en Madrid, faltó compromiso. El quinto, de la ganadería titular, fue el mejor ejemplar de la tarde, se creció en banderillas y su condición fue mejorando a medida que transcurría la lidia. Manzanares comenzó la faena con gesto incómodo para hacer comprender al público que a su alma de artista le molesta más el aire que a los demás, una colada del toro por un inadecuado inicio de faena con banderazos sin gobierno fue toque de atención en la sensibilidad de la gente. Se envalentonó Manzanares como haciendo un esfuerzo sobrehumano más para la galería que para torear. La faena tuvo altibajos en su intensidad, los momentos calientes de la obra llegaron cuando José Mari acertó a componer su apolíneo cuerpo mientras pasaba el toro por sus cercanías, si hubo algún momento de riesgo vino por las imprecisiones técnicas del torero, que más se preocupaba de la estética que de someter las buenas embestidas del toro. Tras una buena estocada comenzó la polémica con la concesión de la oreja. 

Manzanares es torero importante, tuvo una gran oportunidad para convencer a indecisos, es cierto que habrá siempre quien le niegue sus cualidades por sistema, pero no menos cierto es que hay que exigirle más verdad sobre el ruedo. No podemos caer en la tentación de quedarnos con su tauromaquia de superficie cuando le sobran condiciones para calar más hondo.

Perera tuvo un lote imposible pero dibujó tres naturales de largo trazo y ritmo lento en el tercer acto del festejo que fueron lo más sustancioso de la tarde en lo que torería se refiere, junto a los pares de banderillas de Curro Javier.

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