Agitador, sí; pero tampoco para tanto, oye. Pies, muchos pies, poder, empuje, raza, sí. Pero de tan agitada bravura, le faltó explicarse a partir de la tercera tanda, rebozándose. Quedó en geniudo a partir de entonces.
A Paco Ureña se le fue la mano con la espada. En la faena de muleta no se le fue un pie nunca. Quisó sentirlo. No hubo acuerdo definitivo.
El Payo pregresa. César Jiménez está triste.
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