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30 mayo 2015

#sanisidro15/ el sorprendente ejercicio del arte del toreo

 Foto :: Javier Arroyo

El sorprendente ejercicio del toreo inundó, recorrió y se metió por todos los rincones que dejaban entre sí los 24.000 cuerpos presentes en los tendidos de Las Ventas, que se revolvieron en sus asientos de pura emoción. Brincaron, se asustaron, se apasionaron, gozaron e incluso soñaron a puro golpe de sorpresa, a puro golpe de improvisación. El toreo se expresó así ante una corrida enrazada de Juan Pedro Domecq, seria y de excelentes láminas (el remiendo sexto salido como sobrero también vino de la misma casa, aunque con el hierro de Parladé), exigente, quiso hacer las cosas con seriedad y, por momentos, apostó con ese gramo de casta de más en ir hacia adelante, pero sin regalar nada. Con personalidad. Por eso el toreo tuvo mérito, el toreo según lo quisieron hacer Luque y Talavante, e incluso, por momentos, el propio Fino. El toreo despojado de toda carga impostada. Prevaleció la naturalidad sobrenatural y de ahí el mando y las aristas que provoca la emoción, la propia entrega y cuando llegó el quinto turno, Alejandro hizo toreo de vanguardia.


Toreo vanguardista en una faena que no tuvo patrones. El Tala impulsaba con su creación el toreo a nuevas dimensiones. A la raza del Juan Pedro Domencq de nombre 'Ballenito' respondió lanzanado rodillas al suelo y la moneda al aire en el inicio. Dando salida por arriba. El intento en redondo no acaba de verse y en esas por la espada y de rodillas se saca una arrucina de nudo en la garganta. Imposible. Es su último toro de este San Isidro. Los riffs de muleta de Tala hacen erizar al mismísimo Calamaro.

Antes Luque también ha apostado en un inicio a pie firme por estatuarios al tercero. No viene metido el juampedro, que viene pidiendo sometimiento. Pero lo deja llegar, impávido, por el derecho como un tren incierto. Y lo saca. En la vuelta por el izquierdo, la pasmosa quietud de Luque cobra un volteretón tremendo. Torero encunado a los lomos, caída de cabeza y otro pitonazo que lo levanta con el pitón perdido por el pecho o la axila. Las Ventas de los milagros.

Y el toreo y la casta se encontraron imperfectos y emocionantes.

Incluso Juan Serrano desparramó madura torería. En su primero dejó muescas de toreo de quilates. Desde el incio, templado empaque. Barriendo y rematando por abajo de muñecazo engrasado y, sobre todo en los cierres: ayudados, por abajo, trincheras. Poso y aplomo en el andar. Cuatro voces le decían a Finito. Y qué. Pues siguió toreando según sentía. Si bueno fue el inicio, mejor el final. Ovación a la torería de Finito.

Guapo a proporción, por hechuras y todo. Un tío. Lámina soñada la del segundo. Deja entrever un tesoro, pero también que le falta ese convencimiento para irse más allá. Fuera de las rayas espera Talavante. Un trincherazo a izquierdas y al natural de primeras. Talavante crea. La embestida se viene, pero no se ordena. La raza le quema. Hay temple pese a la cara suelta y ni una duda en Talavante. Solo la de la espada.

Dos velas hacia arriba las del negro tercero. Luque anda como pasmosa facilidad de capa. Como el otro día un natural de remate a capote vuelto y cambiadi de mano, un revolera. Tiene temple, quiere y se mueve el toro. La cuadrilla se desmontera. Y el inicio por ayudados. El volteretón...

Luque reacciona en los medios y la pone por delante. Engancha y se trae muy atrás, ligando, mandando sobre la embestida, que se revuelve presta no tan por abajo como sería deseable. Dos oleadas por el pitón zurdo pidiendo mando, metiéndose por dentro. Gobierna Luque con riesgo. Mejor a derechas, sale el muletazo más entero. También más embraguetado. Las luquecinas arden al final. La estocada entera hace guardia. Y pese a los dos golpes de descabello, Madrid no lo ve o no se entera, y se concede la oreja como premio a una faena meritoria.

El cuarto saca temple. El capote de Álvaro Oliver trata de afinarlo. El Fino pausa y temple. Todo por abajo. La casta de un JP otra vez asoma. Con los cuartos traseros derriba el toro a Finito. Más abajo el muletazo. Al final este cuarto será el único afligido de la buena corrida de Juan Pedro Domecq.

Talavante preparaba la faena de vanguardia. En el saludo a Ballenito hay verónicas, tijerillas o cordobinas y una larga flexionada. Otra pincelada más. Y una media para dejar al toro en el caballo. Falta entrega. Pero no importará.

Tala de rodillas, la arrucina de ciencia ficción. La zurda que habla. El toreo que se adentra en una nueva dimensión, qué podría ser mejor. Puñetazos al natural. La serenidad de Alejandro. A derechas. Pulsea. Da el pecho, se saca el natural y otra arrucina con la izquierda, menos muleta imposible. Luego liga una tanda en media baldosa. Dos naturales y circular. El cambio. La ligazón en mismo filo de la navaja. Podido el toro en su misma jeta, que tiene su raza. Lo demuestra en el arreón al perder ese pulso. Manoletinas y ese natural que echa la firma para después emborronar todo a espadas y quedar el premio en la vuelta al ruedo. Talavante puso de repente toreo en la vanguardia. Un poco más allá de donde la imaginación nos alcanzaba. Gracias.

El sexto, sobrero de Parladé tras romperse la pezuña el guapo jabonero, empuja a riñón fijo a la mínima que le citan. Luque lo hace fácil de inicio. Y sigue con dos series muy reunidas en los mismo medios, engarzando muletazos enganchando por delante y rematado atrás. Manda y remata por abajo de trincherilla. Se medio abando y el toro dice desde su casta le dice ¡eeh! Por la izquierda no se siente igual el toro. Y se medio aburre el toro y pierde inercia la faena.

Así acababa una tarde en la que arte del toreo, frente a una corrida repleta de matices encastados, fue así, audaz, natural, inspirado, tocado de distinción y, en definitiva, sorprendente.

1 comentario:

  1. EL GENIO DE TALAVANTE

    “De Extremadura es el genio, que ha lidiado con ingenio.”

    El torero busca gloria,
    honrando su trayectoria,
    apela a la tauromaquia,
    al ingenio y a la magia.

    Dejándose así llevar,
    con talento, sin pensar,
    improvisando las suertes,
    sin miedo alguno a la muerte.

    Un extremeño, en el ruedo,
    se ha entregado con denuedo,
    muy bizarro, pa’ delante,
    Alejandro Talavante.

    Diestro osado, diferente,
    de los que sigue la gente,
    con un valor que se aprecia,
    hincado, como en la iglesia.

    Plaza, fiel adoratorio,
    luciendo gran repertorio,
    los tendidos puso que arde,
    con el quinto de la tarde.

    Se ha pasado a “Ballenito”
    por su cuerpo, bien juntito,
    posado en las arenillas,
    siete lances de rodillas.

    Una “arrucina” impensada,
    arte, estampa tan soñada,
    cambio de mano, aún postrado,
    pase de pecho inspirado.

    Cortos serán estos versos,
    pues, no obstante sus esfuerzos,
    Talavante pinchó en hueso,
    teniendo no más, por eso.

    Sensaciones encontradas,
    las emociones ahogadas,
    hasta el llanto contenido,
    por el triunfo no obtenido.

    Vuelta al coso, gallo en mano,
    ¡albricias, maestro hermano!,
    no todo son las orejas,
    si te aplicas, si no cejas.

    Aplausos te den la calma,
    la ovación arrulle tu alma,
    porque toreaste a tus anchas,
    Dios te dará mil revanchas.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 29 de mayo del 2015
    Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

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