La corrida de los guapos ex Pablo-Romero duró dos horas prácticamente exactas. En la medida estuvo su mayor virtud. Lo demás vino a demostrar que los ahora Partido de Resina no levantan cabeza y su bache (salvo contadas excepciones) sigue siendo tan prolongado como preocupante. Pero no, que el histórico hierro de la omega navegue bajo mínimos y no apunte apenas animalidad ni pizca de afán combativo y la mansedumbre y su descastamiento asomen sin vergüenza a la mínima ocasión, no es como para asomar picarona sonrisa cual Artur Mas ante la polémica pitada al himno en la final de Copa.
La corrida de Partido de Resina se descompuso ya en las vísperas y no se prensentó como debe presentarse una ganadería en Las Ventas. Desigual, sin el remate exigible y destartalados unos o sin remate, otros. El ganadero para componer el sexteto tuvo que echar mano de toros que tenía ya colocados para las calles. Pero benditos sean aquellos toros que llegan a la plaza, pues mientras siga muriendo el toro en la plaza, el futuro de la raza brava se podrá seguir peleando. Pero hoy, el fracaso estaba prácticamente anunciado. Así de triste.
A Eduardo Gallo se le rajaron los dos a las primeras de cambio. Sebastián Ritter tuvo las mejores embestidas con el segundo. Sin profundidad la embestida, pero cierta movilidad. El Ritter de Medellín tiró de absoluta firmeza, tapó muy bien la cara y fue hilvanando muletazos con cierta transmisión. Pero lo que más llegaba era el valor del torero. Hubo manoletinas al final, justo antes de estropear tan buena disposición con el pésimo manejo de la espada. El quinto no quiso. Estaba hueco. Pasaba como buey.
Rafael Cerró no tuvo tampoco opción. Rajado y a la defensiva su primero. El sexto no dio ni media embestida. Salía andando y la cara por arriba, como si no fuese con él la cosa. Rafael Cerro pasó un mal rato con espada y descabello para echar el cerrojazo a la tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
comenta si te apetece