Vía :: Redacción Atómica |
A veces pasa que los teloneros no son simples teloneros y un concierto a dos bandas se convierte en un dura pugna sónica y sentimental. Es pertinente dejar caer pregunta antes que asentir y danzar por el mero hecho de danzar. Y es que pese a toda la carga electrónica que se derrochó en este martes con sabor a jueves en la sexta planta de La Rambleta, esa obligación que se le supone a la música, el ruido --nunca mejor dicho-- en consonancia, orden y concierto, también aspira a provocar emociones más allá de la constante agitación. Antojo de batalla. De a ver quién mas. No eran los Jupiter Lion un simple entrante al concierto de los canadienses Holy Fuck. Compitieron en sensaciones. Si unos agitaron sobre manera al personal --algo más de 200 aficionados, una buena entrada teniendo en cuenta tan arriesgada propuesta--, otros arañaron más en lo emotivo sin restar rotundidad.
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