La nota sentimental llegó con el sexto, que echaba el telón a las Corridas Generales de 2007. Se llamaba Sombrerero y pertenecía a la ganadería de Loreto Charro. Desde el lunes pasado, su quehacer ha sido moverse por los corrales, echar un rato en el cuarto oscuro escuchando murmullos, y vuelta. Así, toda la semana, hasta que el sexto de Cebada acabó por declararse inválido. Le tocó el turno a Sombrero, a quién mejor el honor de clausurar la semana. Su lidiador fue Fernando Cruz, que antes había dicho poco.
Lucía el número 15, pesaba 540 kilos y rondaba los seis años, de octubre de 2001. Castaño, bien armado y de buenas hechuras, fue un dechado de nobleza y a Cruz le hizo el avión de salida. Metió los riñones y empujó con un pitón en la primera vara, en la segunda mostró celo y metió los dos pitos abajo. Igual de noble que al principio, ni una mala cabezada, Cruz anduvo patoso y pocos pases de los muchos que dio salieron templados y la pujanza del bueno de Sombrero fue apagándose. Eso sí, sin permitirle a Cruz quedarse al hilo, que cuando lo vio le obligó a darse un buena carrera dirección a las tablas. Ése fue Sombrero, que murió de una estocada casi entera y descabello.
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El triunfador absoluto ha sido Manuel Jesús "El Cid". Su tarde en solitario ante seis Victorinos queda para la historia. Del primero al último, una auténtica lección ante un encierro bravo, encastado y con matices, que el de Salteras siempre desveló, con valor, toreo puro e inteligencia. Al natural, con el primero de la tarde.
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