josé tomás indulta a idílico en barcelona

Ya estamos aquí. Vivos tras la locura. La Mercè alineó los astros, provocó un fin de semana --día y medio-- agitado y que acabó con el gran estallido de La Monumental de Barcelona. José Tomás se encontró con el último toro de su temporada. De Núñez del Cuvillo, de nombre Idílico. Y así fue.

Recibió dos puyazos. Tras el primero cantó su inmensa nobleza y embestida boyante sobre todo por el pitón derecho al que se apuntó José Tomás en un quite por verónicas. Por cierto, que el primer puyazo fue normal. Medido. Y el segundo un simulacro, aunque la puya marcó dos ojales porque el primero quedó excesivamente delantero. Tras éste, se apuntó por chicuelinas Serafín Marín y muy bien.

Tras brindar a Vicente Amigo, Tomás se salió a los medios con el toro para torear en redondo. Y bastó la primera serie para convencerse: esto va para lío.

Cimentada en el toreo sobre la mano diestra, los tendidos tras cada remate se ponían en pie. Al natural hubo dos series, un primera larga y con tres naturales excelentes y otros demasiado tropezados. La segunda ya demasiado tarde a pies juntos. Mientras, dejaba detalles, trincherazos enormes, un cambio de mano perfecto y esas cosas que tanto adornan cualquier faena y a la que sólo le faltó el ajuste que otras veces ha conseguido el de Galapagar.

Fue a por la espada y empezó la confunsión, la petición de indulto. El torero que seguía por ayudados en el centro del universo. Crecía la locura. Sonaba un aviso. Se lo pensaba el presidente. Más toreo accesorio al que respondía Idílico con lo que le quedaba tras haber metido la cara incansable en series tremendas de hasta siete y ocho larguísimos muletazos.

Y por fin se concedió el indulto y José Tomás acompañó al toro hasta el mismo túnel chiqueros. ¿Merecido indulto? No. ¿Hace falta vivir estos momentos por el bien de la Fiesta y Barcelona? Por supuesto.

Tras haber rozado la locura sólo había que felicitarnos: enhorabuena, enhorabuena.