La Monumental de Barcelona reventó con José Tomás. Era su última tarde de la temporada para ambos. En el cartel también Luis Francisco Esplá que cumplió con su primero e hizo cuanto pudo con el parado cuarto y al que tras pinchazo, ventiló de certero espadazo. La Monumental sacó a saludar a Esplá una fuerte ovación con sabor a despedida.
José Tomás tuvo como primer oponente algo que era poco más que una birria de toro. Dócil hasta decir basta y nulo en los apartados de casta y trapío.
Caería la primera oreja para el de Galapagar, nada comparado con lo que estaba por llegar. Pero la gente guapa ya estaba feliz.
Serafín Marín, que ocupaba el lugar que había dejado vacante un convalenciente José María Manzanares, estaba en su plaza y en el día grande. Como quien no quiere la cosa se abrió de capa y dejó un quite por gaoneras redondo. Por comparición mucho mejor que el instrumentado por José Tomás un toro antes. También por chicuelinas mojó más y mejor. Su primer toro fue otro de los buenos de la corrida. Lo aprovechó, pero acabó con él de metisaca infame. El blanco que cerró festejo sacó problemas y acabó solventándolos.
Pero por entonces Barcelona, La Monumetal convertida en un manicomio lo único que quería era aclamar a José Tomás en su salida por la puerta grande.
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