Brindis de actualidad al hermano, Fran Rivera, y las rodillas al suelo. A esperar la arrancada, que luego venían cuatro o cinco del tirón. Salió bien la cosa, pero se le coló por el derecho y la plaza se puso en pie. Un poco más allá del tercio, frente a toriles. Un nuevo trago. Rumiando la arrancada. Allá que viene, dos, tres, cuatro y la voltereta que intuía media plaza. La ausencia del temple, esa milésima de segundo y el torero prendido por la taleguilla de manera muy fea.
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