17 marzo 2009

fallas 2009/ el maestro enrique ponce y los alumnos desaventajados

Dirán misa. Pero diecinueve años después a Enrique Ponce sólo un adjetivo se le ajusta y puede ir junto a su nombre: Maestro Enrique Ponce. Y hasta que le apetezca lo seguirá demostrando. Subirá a la cumbre tantas veces como ocasiones tenga, a aquella donde nadie o casi nadie llega. Como hoy, en una tarde en la que de nuevo, y van treintaicinco, ha abierto la puerta grande de Valencia.

Ponce es la diferencia y en toda la tarde Manzanares y Cayetano --que sacó la raza y por una voltereta acabará llevándose los titulares-- no han tenido otra que asentir y cabilar sobre lo suyo. Con toros de Juan Pedro Domecq, y aquí viene el ay. Porque los juampedros han planeado, una vez más, a la altura betún. Flojos, descastados, anovillados y más que sospechosos de haber sido afeitados, tampoco les debe quedar ni pizca de artisteo, a excepción del primero; aun así, su supina sosez todavía sirve de encerado para dar lecciones.

Bribón abrió plaza. Abanto, entre ciertas y molestas rachas de aire embistió cómodo cuando Ponce lo enceló a la verónica, prácticamente se le exmió del caballo y cuando empezó el último tercio, por la pose entregada del animal, se podía plantear una hipótesis que se corroboró llegando el momento: Ponce hará la faena que quiera, bordará el toreo y lo que quiera, pero cuando se tire a matar, ahora mismo, dentro de diez minutos o mañana, la estocada a este toro será al primer encuentro y en todo lo alto.

Así fue. Ponce se subió a la cumbre del toreo. Al natural. Llegará un día --tal vez ahora-- en el que será obligado reconocer el temple exacto de Enrique Ponce, su capacidad para ajustar el embroque, la tela a los pitones, al hocico y llevar las embestidas sin ningún exabrupto hasta donde toca, atrás. Y otra vez, adelantando la multeta, trayéndolo, cerrando el círculo, rematando y vuelta a empezar. En tres palabras: Parar, templar y mandar --si es que ahí había algo que, precisamente, mandar. Y los detalles, un cambio de mano genial y esos circulares con la rodilla flexionada. Faena enorme que podía durar media eternidad. Pero sonó un aviso, y Ponce que sabía que lo iba a matar, se fue tras la espada. Caía una oreja que pesaba una tonelada.

Con la lección fresca y ante dos juampedros con la sangre de ortxata, Manzanares y Cayetano no pasaron de esforzados y plúmbeos trasteos. Primero el de Alicante no dio con la tecla --era la del temple-- y llegó a sonar una aviso cuando el toro había pegado, aburrido en su ausencia de casta, el costillar a las tablas. Y luego a Cayetano le sorprendió uno de Domecq que salió buey. Parado, alto, largo y hondo, lo que estaba era gordo. Tampoco acertó tras batallar lo suyo y hacerlo todo más complicado de lo que parecía.

Tras las prácticas fallidas de los alumnos vino Ponce con aquello: Como decíamos hace un rato, el toreo es así. La brusquedad del toro para lo único que sirvió fue para comprobar una dimensión más del de Chiva en una faena que optó por el brindis folk a la fallera mayor. Y se volvió a explicar. Así es natural, la muleta abajo, el temple milimétrico, usted toro, por aquí. Por el derecho embestía a media altura y en la muleta de cualquier otro se diría que carecía de profundidad. En la de cualquier otro sí, pero no en la Ponce, que ligó el toreo en redondo profundo, encajada la figura que giraba en un solo eje y la muleta por delante. Estaba de nuevo en la cumbre, pero aquí el vaticinio no valía de la espada. Más alto, primero fue un pichazo previo a la estocada desprendida. Y la puerta grande que se abría.

El jabonero que hizo quinto se llamaba Destapado, que fue como quedaron sus pitones. De hechuras lamentablemente anovilladas, fue una birria con la que Manzanares anduvo espeso. Un tirón por aquí, un enganchón por allá y al final estocada caída.

Le tocaba a Cayetano explicarse y eligió la vía del valor. Ya que no llega por el camino del temple, tenía que ser por la raza. Atacar o quedarse otra vez a medias, la cuestión. No fácil la papeleta, el juampedro de nombre Ácrata, tardo para todo y con sospechas de serrucho, se guardaba lo suyo. Brindis de actualidad al hermano, Fran Rivera, y las rodillas al suelo. A esperar la arrancada, que luego venían cuatro o cinco del tirón. Salió bien la cosa, pero se le coló por el derecho y la plaza se puso en pie. Un poco más allá del tercio, frente a toriles. Un nuevo trago. Rumiando la arrancada. Allá que viene, dos, tres, cuatro y la voltereta que intuía media plaza. La ausencia del temple, esa milésima de segundo y el torero prendido por la taleguilla de manera muy fea. El revuelo de capotes. Aquí no pasa nada, y desmotración de coraje, casta, raza y valor. Era tal vez una forma de reinvindicar la estirpe de la mejor manera posible ante el debate nacional, y de sellarla de estocada caída tras aviso y lograr una merecida oreja.

4 comentarios:

Paco Montesinos dijo...

¿Cuándo Enrique Ponce, maestro poderoso, figura indiscutible, torero de leyenda tendrá un gesto importante con la afición de Valencia apuntándose con una "corrida de toros" y toreros que aprieten de verdad?
¿Cuándo los compañeros de escalafón se darán cuenta que apuntarse con Ponce es estrellarse contra los "perritoros" que sólo sabe y puede torear el maestro?
¿Cuándo podremos ver de verdad a Manzanares en Valencia?
¿Cuándo dejaremos de ver a los juanpedros y otros sucedáneos en el coso de la calle de Xátiva? ¿Para dejar de venir, deben de estar encastados y bien presentados?

Anónimo dijo...

Me encanta tu blog, desde que lo he descubierto te leo a diario.Pero, hoy no salgo de mi asombro, incluso creia que el tono de tu crónica era irónico, ¿Ponce Maestro? ese torero que entre pase y pase corre la amratón entera, que no es capaz de ligar sin correr hacia atrás? ese torero que con una muleta inmensa sóoolo utiliza el pico de la misma? sin olvidar que el ganado de ayer era simplemente vergonzoso, a lo que se le haga a esos pobres borregos afeitados no se le puede llamar ni arte ni maestria (en mi opinión).

Anónimo dijo...

osea,me dices que el ganado era flojo,anovillao y afeitado,y usted me pone a ponce como el maximo maestro.
a ver si somos mas consecuentes.

cortinar

Anónimo dijo...

Señora Maria,enlo que ha dicho uste me uno,sobre todo en lo que respecta al manton que lleva el señorito Ponce,IMENSO,y solo utiliza el pico.