Tras brindar al público, José Tomás citó en los mismos medios para iniciar con ayudados por alto. Y allí vivimos otro milagro. El toro, cambió la dirección en el último instante, atropelló a José Tomás, lo lanzó, le dio la vuelta de campana y la cogida y, sobre todo, la feísima caída hizo temer lo peor. Por suerte, el matador se levantó totalmente noqueado y tras unos minutos en el callejón volvió a la cara del toro.
Fue un exceso de valor probablemente contra la razón y por suerte un auténtico milagro. Lo suyo y lo que hizo después del tremendo viaje era doblarse y someter al encastado y mansurrón de El Pilar, siempre buscando la huída y al que JT siempre esperó y citó en los medios para poderle.
Lo que parecía imposible, el hombre se impuso ofreciendo todas las ventajas al toro, pero nunca sus terrenos hasta el final. No fue una faena limpia, pero si cargada de sinceridad. El son del toro no era el de salida con cadente humillación. Protestó y no tuvo voluntad de embestir. Fue todo pura provocación. Muy enganchado en redondo, fue con naturales impuros pero por abajo donde acabó el toro por entregar las cartas. Y ya en terrenos de chiqueros y tras unas manoletinas, otra vez con el compás abierto, mató de buena estocada. La plaza, un clamor, pidió las dos orejas. Fue una, la presidencia mantuvo el tipo y José Tomás dio dos vueltas al ruedo. Más que los trofeos lo que quedó fue otro milagro y una actitud de torerazo de impresión.
Víctor Puerto trajó magnífica actitud. En su primero arrancó fuerte, contestando al quite de José Tomás, como queriéndole decir que esto está así, y en un comienzo de faena de rodillas en el que ligó en las rayas seis o siete muletazos largos y templados que pusieron la tarde más cara todavía. Luego pudo soplarle otra serie más buena de verdad, pero a partir de ahí el toro echó el cierre.
Con un cambiado por la espalda inició la faena a su primero para después pasárselo por la faja en una larga serie de redondos de mano muy baja que pusieron la tarde más cara todavía. No sólo estaba José Tomás. Arturo Saldívar también tenía qué decir con la muleta siempre arrastras.
Toro con mucho que torear el tercero y que sorprendió a Saldívar por la espalda tras rematar una serie. Afortunadamente no pasó nada. El toro era de los que siempre piden y exigen más y encontró en Saldívar a un contrincante que nunca rehuyó la pelea.
Y si bueno fue el tercero, el sexto todavía más. 'Dudón' se llamaba y menudo fue. Repetidor incansable, persiguió con afán la muleta baja de Saldívar, que si bien condujo la embestida, no la sometió del todo. Era el toro el que se metía conforme avanzaban las tandas en el terreno del torero. Lo de las fuerzas centrífugas y centrípetas del toreo y la bravura del toro. Y por eso mismo y la actitud de Saldívar, el guiso tuvo emoción. Las manoletinas finales de gran ajuste y la estocada buena resolvieron en el meritorio premio de la oreja y la salida por la Puerta Grande. Es para darle la enhorabuena al chaval y a todo México. Aquí hay torero, hermanos.
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