Plaça de Bous d'Algemesí, 29 de septiembre de 2013. Décimo festejo de la Setmana de Bous. Novillos de Fuente Ymbros bien presentados bravos y encastados, salvo el rajado cuarto; uno para el sobresaliente de Yolanda Martín, de baja presencia pero encastado; y otro regalado como sobrero por Expósito, bien presentado y muy a menos. Román (dos orejas y una oreja), Jorge Expósito (ovación, oreja y oreja del sobrero de regalo) y Fernando Beltrán (dos orejas y rabo en el único novillo que lo anunció la Comissió). Lleno de no hay billetes. [VÍDEOS]
En la última de la Setmana de Bous d'Algemesí, el cuadrilátero de madera de la Plaça Major pegó una estallido al sentir el toreo en sus mismas entrañas. El toreo que se hace e hizo un Román pletórico. El toreo que se pelea y que peleó un novísimo Jorge Expósito. Y el toreo que, de vez en cuando, se sueña. Y lo soñó un tal Fernando Beltrán. Fernando, Nando de Faura, tenía la labor de sobresaliente en las seis novilladas picadas de feria. Pero este año la Comissió que organiza la semana de novilladas de Algemesí, que este año sí, no admite dudas, ha sido la mejor de todas las de su especie, tuvo a bien agradecer la labor, casi siempre ingrata del sobresaliente, concediéndole la lidia de un novillo la última tarde. Hubo locura colectiva, épica y toreo macizo: Román, Jorge Expósito y Fernando Beltrán se fueron por la puerta grande. Nadie podía haber pensado mejor final. Solo el toreo. El toreo que se hace, se pelea y se sueña.
Muy larga se debió hacer la espera a Fernando Beltrán como sobresaliente durante todo el ciclo. Un solo quite de lucimiento le permitieron el día que empezó todo y dejó probablemente lo más lucido de capa de todo el ciclo. Pero no desesperó. Llegó su momento. Un novillo de la 'prestigiosa' ganadería de Yolanda Martín --me disculpen, pero no la conozco-- y al final. Pero ahí Fernando Beltrán se hizo grande, inmeso. Piso el albero de Algemesí con una torería imponente no dudo un instante y en menos de diez minutos lo cambió todo: de ser un desconocido a soñar el toreo y hacernos enloquecer. Y Algemesí en plena cuenta a atrás de su intensa fiesta estalló de pasión como si no hubiera mañana ni ayer. El toreo inspirado de Beltrán golpeó con tal fuerza que las peñas cadafaleras estaban como para empezar de nuevo. De auténtica conmoción.
Fernando Beltrán llenó de torería Algemesí con una faena maciza, inspiradísma, sorprendente. El toreó surgió enroscado, con una lánguida pureza como pocos son capaces --me acorde del Rey David, David Silveti--. El novillo, de presencia y hechuras poco propicias, echó para adelante. No admitía excusas que tuviera más o menos franqueza o se fuera más o menos largo. Había ese y ya. Beltrán se entregó con una tremenda verdad, clavó las plantas y empezó a soñar. El inicio por estatuarios. El del desdén. Una primera serie para dar cuenta del plan, la intención: llevarlo, mandar, no retroceder un solo paso, rematarlo atrás y soñar. Los remates iban del ole al ayy, el novillo rebañó siempre, Beltrán sujetó los muslos. No le importó. La intensidad, la transmisión, la inspiración eran contagiosas. La pureza. Y ese temple y gusto añejo con el que andó por la plaza mayor de Algemesí: los cambios de mano, los trincherazos, los remates y hasta el abaniqueo final. El toreo lo soñaba Beltrán por encima de la clase del novillo --escurrido y paletón--, que se venía como queriendo, pero no. Ni un paso atrás, el pulso, la magia enroscada a la cadera y la ligazón como por arte de birlibirloque cuando soñar ahí parecía imposible... Dos orejas y rabo y el título de triunfador de la feria.
Román hizo el toreo de forma apabullante. Redonda su primera faena a un Fuente Ymbro encastado y bravo, pero con tendencia a meterse. Román lo templó exacto y sobre ambas manos cimientó una faena maciza. Desde el comienzo por abajo y ese cambio de mano rodilla en tierra que lo emparenta en poderes con Ordoñez. Imprimió Román ese temple que relentiza cada embestida, que le resta una velocidad cuando se lo pasa por la faja. La mano baja, ni una concesión. Bien hundido en la arena. Sobre ambas manos. Al natural también así de reducida la embestida y el trazo inmenso. Lució al toro y lució su toreo por encima del molesto viento y demás excusas. La estocada, de atracón, pelín contraria y todo. Las dos orejas de verdad.
La faena de Román al tercero tuvo un trasfondo imponente. Fue al Fuente Ymbro que más se salió de los cuatro presentados. Más vareado, apretado, más fino de vientre y con esa expresión que dejaba entrever el genio que guardaba. Novillo encastado y geniudo. De aguantar, tragar y someter. Tuvo un terreno y un solo pitón. Por ahí Román se hundió, tragó y sometió la intensa embestida cuando venía entregada por abajo. Faena de las que no deja lugar a la duda y muestra lo larga que es la tauromaquia de Román. Se puso por el imposible pitón izquierdo y por el derecho se apoderó pisando terrenos comprometidos y llevando muy sometida una embestida que cuando abusó de ella en un circular mostró el caracter, negándose. El espadazo fue otra vez inapelable. Y la faena era también de dos, pero el presidente florero de turno lo dejó en una ateniéndose a saber qué criterio.
La papeleta Jorge Expósito la tuvo que resolver por la épica y la pelea constante. Acuso lo novísimo que está, con el debut reciente con picadores y la tensión y presión de torear ante los suyos y hacer todo por agradar. Así, ante los dos orejones de Román al primero, Expósito se plantó ante la puerta de chiqueros y se llevó una paliza como para partirlo en dos. Cogido de lleno, estampado con las tablas. El trompazo fue tremendo. Pero siguió todo para adelante y reunió un vistoso tercerio de banderillas.
Encastado ese segundo Fuente Ymbro. Un zapato, bajo, hondo, badanudo, en la línea del primero, una línea muy Jandilla. Expósito se peleó contra la casta, muy protestona, y también contra el viento que azotó ahí cuando más. Mérito reunirse al final sobre la derecha, por abajo y templar esa gañafones constantes. Pero la espada le jugó la mala pasada. El trofeo se esfumó y para el último quedaron las prisas.
Y ese cuarto de lidia ordinaria fue el garbanzo negro de una muy buena, excelente tal vez, novillada de Fuente Ymbro. Muy rajado, siempre buscando la querencia, el animal transmitió poco o nada. Jorge Expósito buscó las vueltas y alargó una faena en la que hubo poco lucimiento, pero que debe servir al de Algemesí para familiarizarse con el utrero. La estocada tras pinchazo y se le concedió una oreja muy paisana. Y lo que sucedería después forzó las circunstancias: Fernando Beltrán había hecho enloquecer al público.
El amor propio de Jorge Expósito respondió con el sobrero, con el hierro de Santiago Domecq. Noblón, pero siempre a menos. Hubo drama en banderillas cuando Expósito quedó colgado de los pitones por el vientre. Largos se hicieron los segundos, paliza tremenda. No era momento de dolerse. Remató al quiebro y a la falta de entrega del novillo Jorge le puso todo el corazón y peleó la oreja que le abría a él también la puerta grande.
Qué tarde de toros y toreros. Qué colofón a una Setmana de Bous d'Algemesí ejemplar y siempre seminal. En esta edición más que nunca. Enhorabuena a todos. L'enhorabona, Algemesí.
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