Plaça de bous d'Algemesí, 23 de septiembre de 2013. Tercera de la Setmana de Bous. Novillada sin picadores, primera del Trofeo Naranja de Plata. Erales de El Parralejó (1º) y de Javier Molina (2º, 3º y 4º) para Pedro Jesús Merín --de Albacete-- (oreja en ambos) y Robert Beltrán --de Faura y alumno de la Escuela Taurina de València-- (silencio y dos orejas). Casi lleno. [VÍDEO Y GALERÍA]
La Setmana Taurina d'Algemesí vivió su primera novillada sin caballos. La novedad de esta edición es la programación de tres sin caballos bajo el título de Trofeo Narajan de Planta. El acierto es total. Combaten la crisis, abaratan costes y le dan, además un incentivo más a la feria: que ya no es solo de novilladas picadas, sino que también mira más abajo para seguir aportando al futuro.
Y para trenzar los tres carteles han escogido materia prima de primer nivel: erales de El Parralejo y Javier Molina. Así sí, así se empieza a dibujar el futuro: con cuatro novillos como los lidiados hoy, uno de El Parralejo excelente y tres de Javier Molina con casta, motor y exigentes con los que Pedro Jesús Merín y Robert Beltrán tuvieron que emplearse a fondo para al final triunfar y lograr la salida por la puerta grande. Pero la gozaron tras bregar, llevarse alguna y necesaria voltereta. Merín seguro que volvió a Albacete feliz. Y ya no digo Robert Beltrán y toda su gente de Faura que llenó un autobús y un cadafal entero para empujar a su torero.
Abrió plaza uno de El Parralejo que fue excelente. Complicado buscarle un defecto. Encastado, embestidor, con una fijeza infinita, siempre al toque, tras los vuelos, abriéndose, yéndose largo, esperar al toque y así. Cantó todas sus bondades en el tercio de quites que los dos chavales interpretaron la mar de firmes capote a la espalda, por arriba y dando distancia. La franqueza, entrega y temple del novillo quedó vista.
Pedro Jesús Merín capaz en tiempos y distancias, en el cite, le faltó rematar lo más atrás posible tan enclasada embestida. Rebozarse más, sentirla más. No hubo una mala mirada, una duda: absoluta entrega a las telas. Por la izquierda fue por donde más se sintió Merín. La estocada lograda fue de efecto retardado y el premio quedó en oreja.
Los siguientes erales ya serían de Javier Molina, de embestidas menos templas, pero con motor. Al segundo, una raspa, no le sobraron las fuerzas. Robert Beltrán tuvo que templar, sostener, lucir la embestida y sonreír a los suyos y como novillero echar las rodillas al suelo cuando tocaba y cuando no también. Lo mejor a su favor es que fue a más, en temple y pausa al ligar los muletazos. Lo peor, que perdió el trofeo por pinchar en hueso una y otra vez.
El castaño tercero fue un buen examen. Con puntos donde incidir. Más suelto, con menos fijeza, pero también pidiendo pulso y mando. Pidiéndolo le metió una buena voltereta a Merín, que tuvo que emplearse más ante una embestida no de todo franca, pero que por el izquierdo mejoró. Pero a la muleta de Merín le sobró una velocidad que suplió con total disposición demostrada desde que se fue a porta gayola y que le valió la oreja.
La papeleta de Robert Beltrán, tremenda. Largas cambiadas para abrir el camino hacia la puerta grande. Una voltereta arrollado en el mismo saludo y un novillo que fue el único que echó el freno de mano. El de menos recorrido y peor final. Beltrán resolvió con temple el inicio y cosas de novillero al final. No falló con la espada y las dos orejas le abrieron la puerta grande. Un autobús entero se fue feliz dirección Faura: su torero había cumplido la misión.
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