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14 septiembre 2013

una corrida de antes (crónica de la tarde en albacete con ferrera, fandiño y luque con toros de alcurrucén)

Claro, si ya indultamos la bondad supina, cuando sale una corrida demostrando evidente y variada gama de animalidad, aunque sea manseando primordialmente, la corrida al público de hoy se le espesa. La tauromaquia no parece pan comido, al contrario: parece un lenguaje para marcianos que invita a desconectar. De repente un corrida de Alcurrucén, toda en la gama que va del colorado al castaño, definida desde la variedad, la raza y un argumento casi siempre decantada a lo manso, se atraganta tanto que parece como de otro tiempo, una corrida de antes.


La corrida mostró su exigencia desde el primer capítulo. Serio y hondo el primero. El que más de todo el lote. Fue para Ferrera. Se llamó Gaita. Frío en la salida, poca inercia cuando tomó las telas, fue ganando tranco ya en banderillas y al último tercio llegó con la casta a flor de piel y exigiendo. Cuando la zurda de Ferrera lo enganchó desde el mismo hocico, respondió el toro. Pareció que Ferrera había encontrado el hilo a partir del que tirar. Incluso la banda atacó con el pasodoble. Pero quedaba poca faena y ordenó a la banda el stop el propio Ferrera, que siguió por aliñar por abajo. Las protestas obligaron a una tanda más, pero escasa de convencimiento, que es lo que le faltó al conjunto. Era de dos varas, y solo le dio una. Era de tragar y acabó por no complicarse. Con palmas se arrastró al tal Gaita.


El lote menos agradecido le cayó a un Iván Fandiño ya con la vista puesta en el atracón de otoño en Madrid, que es donde al fin y al cabo se pone en juego todo. Seguro. En Albacete al final no estuvo fresco. Tal vez por eso. Tal vez porque se estrelló con lote menos agradecido, más brusco.Violento el primero, de remate por arriba siempre, cuello engrasado y poco viaje. Reservón, manso de salida. Quedó el genio ante el que se peleó Fandiño: encajado y colocado. Su voluntad no alcanzó resultado pese a la capacidad de templar cada viaje. No hubo entrega en el toro nunca. El espadazo, de rápido efecto.


La apostura idéntica, la voluntad comprobada, pero Iván Fandiño aceleró el pulso ante la embestida descompuesta del quinto, pero que sí tuvo un tranco de más. El necesario para que Fandiño diera distancia y ventajas para dejarlo venir. Por eso lo debió brindar al público. Fue toro con casta y sobre todo genio. El público no se enteró del todo: los doblones pasaron desapercibidos, el del despreció bien ceñido, también. El público solo se enteró de que Fandiño no templó, de que el toreo le salió mecánico. No fue la muleta poderosa y correctiva de (casi) siempre: la de Madrid o Bilbao. Que no había estado a gusto se notó luego con el mal manejo de los aceros. Lo que debe pesar la responsabilidad de verse en Madrid en otoño, tanto como para recibir pitos en Albacete.

Una oreja se llevó Luque ante el alcurrucén más pacífico y noble de todos. De lidia en manso, corretón, rebotado de los petos. Pero de templado son al tomar capotes y muletas. Como para recrearse y torear despacio, aunque la emoción no fuera desbordante, sino todo lo contrario. A la estética de Luque, a veces muy al hilo le bastó de media estocada para pasear la oreja.

Ese tercero fue el de peor estilo en el peto dentro de una corrida que, en general, se dejó con la cara alta. Y sin ser una buena corrida ni mucho menos, tuvo una destacable variedad. El único sin opciones fue el manso y rajado sexto. Siempre huyendo, buscando las tablas. El cuarto, que también marcó los adentros de forma descarada, en cambio, se fue detrás de la muleta de Ferrera. Tal vez esa querencia se afianzó cuando se empeñó el extremeño en quebrar un par de banderillas en los adentros que se hizo de rogar.


El caso es que acto seguido buscó la querencia y allí le tocó bregar a Ferrera, bajo los tendidos del sol. Acabó en arrimón, feo el estilo del alcurrucén, fallando a espadas.

Por cierto, un gustazo siempre la plaza de toros de Albacete. Más de tres cuartos de entrada y seria corrida. Con cuajo.




1 comentario:

  1. Bastante de acuerdo con la crónica Andrés, sobre todo con la descripción del comportamiento de los toros. Te dejo en cualquier caso algunos apuntes.
    Ferrera en Albacete no gustó porque ese torero histriónico lleno de teatro pero esencialmente superfluo allí no cuaja.
    La gestualidad excesiva para luego no cuadrar en la cara nunca, insisto NUNCA, allí no cuela. Albacete prefiere lo sencillo pero
    verdadero a las alharacas superficiales que a la postre parecen querer tapar una resolución poco auténtica. Nitidez y pureza, un poco como nuestro paisaje.
    En sintonia con esto, es cierto que el público albaceteño a veces puede ser un poco árido. Es cálido como los soles que por aqui arrecian pero también punzante como
    la vegetación agostada por esos mismos calores. Le pasó con Fandiño, es verdad. Pero también es cierto que,
    como muy bien señalas, Fandiño no templó. Y eso aqui, como sabes, es la esencia (¡Albacete, toreros de temple!).
    Los dos toros que le tocaron tuvieron problemas, si, pero no irresolubles. El primero reponía (creo que por casta) y Fandiño, en su empeño de torear clásico y muy para adentro
    se dejaba siempre al toro muy cerca, lo cual le obligaba a rectificar continuamente. En mi humilde opinión, llevar al toro más en linea, dándole más salida
    hubiese podido solucionar el problema. El quinto pegaba un tarascazo, es cierto, pero es que, como me dijo un viejo, sabio y conocidísimo torero a la salida de la plaza:
    para eso está el torero. Imposible no era. Entre las entrevistas de la tele y los portales complacientes se ha generado la dinámica de echarle siempre la culpa al toro y
    a poner excusas. Me parece un vicio horrible. A Fandiño le van bien los toros con motor pero deben ser muy francos e ir muy largo (de ahí su predilección por Fuente ymbro)
    para que los cuaje, de tal manera de que por si solos se salgan de la muleta y el torero no tenga que rectificar. En cuanto hay mucho que torear Fandiño se atora. Es un torero
    poco flexible estilísticamente hablando.
    Se lo vengo viendo (por ej. Madrid y Bilbao con misma ganadería en 2012) que con Alcurrucen además no suele estar bien y
    se le van los toros. Ayer se le fueron dos, y eso fue lo que enfadó un poco a la gente. Y encima, Fandiño, ese tipo que habla de si mismo en
    tercera persona, empezó a reirse cuando hubo algunas protestas. Muy mal gesto. Claro, total estabamos en Albacete...

    un saludo
    José

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