Un tío se queda con hambre cuando hace embestir a un toro con largura y profundidad, se encaja, se asienta, abre el compás, se gusta, se tira a matar como un león, corta una oreja y luego, con la misma disposición y entrega, el toro se le viene abajo y la casta de un juampedro se le derrite a la sombra sin posibilidad de nada. Entonces pasa lo que pasa, que Juan del Álamo se queda con hambre, la puerta grande insuficientemente entreabierta, otra vez, y el San Isidro 2014 para él ya ventilado demasiado rápido. Una oreja de tremenda consistencia cada tarde, en las que no le quedó otra que irse pegando bocados al aire.
Que Juan del Álamo venía a más y tiene todas las condiciones para ello consta como evidencia.
El Cid y El Fandi, sin pena ni gloria, se justificaron con una corrida de Juan Pedro Domecq siempre a menos. Especialmente dispuesto El Fandi, trató de agradar más allá del espectáculo banderillero. Pero utilizando el símil futbolístico, lo de El Fandi en Las Ventas es como si ahora el Barça intentara gustar en el Bernabéu. Pues como que no.
Al final solo hubo uno que se quedó con hambre: Juan del Álamo.
Foto :: Juan Pelegrín - Las Ventas
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