"Según se miraba la tarde, quién podía intuir semejante desenlace. Te dicen que Vicente Barrera vuelve por sus fueros y que Tomás Sánchez se reivindica en un pedazo de torero rebosante de valor y poder y que los dos triunfan cortando dos orejas y que a un toro se le da la vuelta al ruedo y que la seria corrida de Santiago Domecq ha sacado nota alta; y respondes, “y qué más”.
Pues sí, así fue. Lo de Tomás Sánchez fue la auténtica gesta. Venía a quemar el cartucho que se había ganado estando bien en mayo, y no lo hizo de cualquier manera. A carta cabal, apuntando al mismo triunfo.
Su primero fue de Ana María Bohórquez, que venía remendar la corrida. Colorado, alto, estrechito de sienes, fue un inválido. Tomás Sánchez, metido entre los pitones, se justificó más que de sobra, estocada a ley incluida. Eran más que intenciones, como las que ya había demostrado ajustando la chicuelina en su turno de quites del segundo de la tarde.
Al sexto iba a cara o cruz. Basto y serio, al tercer lance Tomás Sánchez tropezó, el toro se revolvió y lo izó al aire cual muñeco de trapo hasta casi la primera naya. La caída fue eterna. Y ya en el suelo volvió a buscarle y no le hirió de puro milagro. Se repuso el torero de Rocafort y otra vez al tajo.
Cogió las banderillas, apuró en los dos primeros encuentros y el tercero lo clavó al estilo calafia, el par que El Soro bautizó como el del Micalet: un quiebro y clavar al violín, y tanto ajustó que al toro le dio tiempo de lanzar el navajazo y descerrajarle la banda de la taleguilla. La emoción tuvo que contenerse mientras se remendaba el desperfecto, tiempo que el toro aprovechó para recrecerse.
Tomás Sánchez brindó al empresario, Sebastián Rodríguez, por la oportunidad.
La faena de muleta fue de verdad. De poder desde los primeros doblones. En el toreo en redondo por abajo, emocionante y mandón Tomás Sánchez se convirtió en dueño y señor del ruedo. Eterno cada muletazo, también al natural. Faena medida evitando la superficialidad. La estocada a ley arriba y el toro sin puntilla. Estalló la plaza en clamor. Dos orejas."
[Al día siguiente, la realidad. Y aunque baldado por la paliza, por el tremendo volteretón, y la compañía de la gloria, se levantó a las 5:30 para no desatender a su clientela en el Mercat Central de Valencia. Lo repetirían el siguiente 21 de julio, pero esta vez no llegó el triunfo. En esa temporada de 2006 el de Rocafort sumaría solamente cinco festejos sin salir de la provincia, tres en Valencia, uno en Chelva y otro en la Pobla de Vallbona]
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