18 mayo 2011

talavante revienta las ventas con un faenón por naturales

Talavante por naturales con 'Cervato'. Foto :: Juan Pelegrín para las-ventas.com

Alejandro Talavante --de Chenel y oro-- ha roto la feria de San Isidro con un faenón enorme al toro 'Cervato' de El Ventorrillo. Por naturales y original inspiración. Faena emocionante y valiente. De artista y torerazo. Un auténtico talavantazo para la historia. Para la suya, porque es su segunda Puerta Grande en Las Ventas, y para la de la tauromaquia.

A nadie debe escapar que Talavante se ha enriquecido como torero en México y que ahora es capaz de plasmar con original personalidad el toreo de forma tan pura como sorprendente. Para ejemplo, su faena del 17 de mayo de 2011 a 'Cervato'.

Toro encastado, con la gaita alta, como toda la corrida mostró de salida. Derribó en el primer choque con el peto al picador, que cayó de latiguillo. Mientras el picador volvía a su posición normal, Talavante le sopló un quite por chicuelinas con ajuste. Era el segundo. Al segundo de la tarde le había pegado uno por gaoneras también apretado. La segunda vara trasera, pero fuerte. Sería el único puyazo en regla que recibió el toro.

Talavante se lo saca a los medios. Tantea. Le pone la diestra, se queda en el sitio, templa y liga y remata con uno de pecho sin enmendar. Y la siguiente cambiándola por la espalda con un natural. Pone la zurda, colada, y otra vez.

Y de repente la magia del toreo. Los naturales los cuaja Talavante macizos y poderosos. Mandones, largos, eternos. Y la plaza se rompe. El torero se hunde en los riñones y siente como nunca el toreo. El natural sentido y original, Talavante ensimismado en medio de la encastada embestida de 'Cervato'. Roto de cintura y muñeca. Enroscándose la embestida cada vez más, pásandoselo por faja y rematando más atrás imposible. Y los sorprendentes remates por abajo, ayudados o por la espalda atropellando la razón. Y la manoletinas de auténtica locura, a punto de la cornada. Y estocada, un monumento en la suerte de recibir. Dos orejas y puerta grande. Un triunfo incontestable.

El Cid no está. La casta del primero le sorprendió en el último tercio y fue incapaz de poderle, incapaz incluso de quedarse firme. El cuarto marcó la tendencia a la baja y fue noblón y descastado y el de Salteras pudo tapar mejor la que ha sido una de sus peores tarde en Las Ventas.

Miguel Ángel Perera sometió por abajo al segundo hasta agotarlo, pero sin la enjundia necesaria. Casi como una obligación, un trámite que cumplir. Y el quinto se vino abajo. Como el manso sexto al que Talavante le buscó las vueltas con tal de refrendar su triunfo y una tarde histórica.

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