02 mayo 2011

tomás sánchez confirmó la evidencia, que es torero de los pies a la cabeza

Foto :: Juan Pelegrín para las-ventas.com
Tomás Sánchez confirmó en Las Ventas 14 años después de su alternativa. Años de afición y sueño, de lucha y paciencia, de valor. Y es que el toreo escribe un día una historia como la de Manzanares en Sevilla donde te salen dos toros de ensueño, y al día siguiente y la mayoría de días una historia como la de Tomás Sánchez.

¿Tantos sueños puestos en el debut en la plaza más importante del mundo para que te echen una imposible moruchada con la que se hubiera estrellado cualquiera? Vaya, qué casualidad. Hay a quien la suerte se la ponen en bandeja y hay quien la busca incansable en demostración, sin trapa ni cartón, de torería seria y madura.

Menuda prenda le echaron al bueno de Tomás Sánchez para confirmar su alternativa, una alternativa que ya estaba más que confirmada con triunfos ante toros de Adolfo Martín en València, pero el protocolo es el protocolo. Y Madrid es la que da y quita y a València, según con quien, no se la cree nadie.

Lo dicho, una prenda. El villamarta de Fidel San Román atendía por Chabero, estaba marcado con el número 19, pesaba 557 kilos y había nacido en diciembre de 2005. Grande, serio y cabezón. Áspero, bruto, duro, descastado, a la defensiva, como un auténtico mulo, sin ninguna entrega.

Tomás Sánchez le dio ventajas como si fuese bravo y todo. A los medios, la muleta por delante, la pierna también. ¡Oiga! Nada, nada: así. Atragantón. Por encima del palillo de la muleta y por encima de su cabeza incluso. Mucha violencia. Y en el remate de la primera tanda, en el de pecho, precisamente por ahí lo prendio, lo zarandeó y lo tuvo a merced. Mas se afligió el toro, y tomó la muleta una serie más y se rajó. Tomás Sánchez se había jugado el tipo y se había impuesto. En Madrid y en casi todo el resto del planeta toro es que aún no se habían enterado y no le quedaba otra que confirmar su torería.

La corrida tuvo cuatro toros cinqueños de Fidel San Román, procedencia Guardiola-Villamarta, descastados, duros y muy ásperos, siempre a la defensiva; y dos de El Ventorrillo, que ofrecieron una diferencia abismal. Pero qué casualidad, Sánchez de esos no vio ninguno. Fueron segundo y sexto.

El murciano Alfonso Romero lo mejor que hizo fue el saludo de capa a su primero. Un ventorrillo de noble condición, que humillaba, pero muy flojo. Romero no se confió y como en toda la tarde anduvo precavido. Sobre todo con el quinto, el villamarta de su lote.

José Manuel Mas también dejó buena impresión aunque con intermitencias. El primero de su lote fue de San Román y por lo tanto duro y desagradecido. Tragó tarascadas varias y lo mató como pudo. El animal, con sus hermanos de camada, murió con la boca cerrada. Otro cantar el sexto, un descarado ventorrillo, amplio de pitones y por ello fue ovacionado de salida, que humilló y tuvo otro son. Mas le ofreció distancias y cuajó una buena tanda a derechas, pero luego la faena discurrió sin remate y con el toro, que apenas cabía en la muleta, marcando los tiempos.

Tomás Sánchez no tuvo doble menú y todavía tendrá que agradecer que el cuarto le descolgase algo y no le fuera al pecho, pues algún muletazo por abajo le robó. Sólo alguno, porque el animal sin casta alguna, acabó parándose. Lo mató de buena estocada y recogió más palmas a su labor, y confirmó la evidencia: que es un torero de los pies a la cabeza.

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