12 septiembre 2011

mi debut en la utielana

Las plazas de toros, las plazas de toros que lo son y no huelen a polideportivo municipal o suenan a nave industrial, siempre guardan el misterio que las hace especiales. Cada una el suyo. Conocerlas provoca ese cosquilleo; andarlas, observar sus rincones, túneles y puertas al misterio y llegar hasta su mismo corazón: el ruedo abrazado por los tendidos; es un placer del que disfrutan los aficionados de un forma especial.

Ayer por primera vez fuimos a La Utielana, la plaza de toros de Utiel. No es que antes no tuviera ocasiones, pero ayer, domingo, un poco de mono y una ganadería encastada provocaron la cita con el coso que cuenta ya con 153 años de historia.

La Utielana no se enseña por fuera, guarda el misterio y espera dentro. Lo primero, al fondo, ya el patio de cuadrillas.

Patio de cuadrillas, de caballos y arrastre. El sol y la sombra. Al fondo el ruedo o la luz.
Mejor, signo de distinción, que el tiro de arrastre sea de caballos que de mulillas. Es una declaración de intenciones. Y tengo que confesar que no lo esperaba.
En el patio de todo, las puyas esperan. Al fondo, el azulejo histórico del primer centenario de La Utielana, que se celebró en 1958.
La puerta de los sustos utielana bien señalizada. Todos los misterios, dentro.




Toros con motivo de las fiestas, de la Feria en honor a la Virgen del Remedio. Utiel en fiestas. La reina de las fiestas, sus damas y la banda de música al completo, primeros protagonistas.

Y el alcalde, José Luis Ramírez. Buen aficionado. Durante un tiempo, ya hace, hicimos radio taurina juntos.

El de las bermudas anuncia la salida del primero de Fuente Ymbro.

Y aquí sale.

Para Tomás Sánchez. Fue el inicio de una tarde triunfal y con casta abundante

Damasco fue el tercero. Un toro de vuelta al ruedo porque entre otras cosas embestía como vemos abajo. Intenso y con el morro por el suelo.
Fue vuelta para el toro y dos y rabo para Pinar.


El otro toro importante fue el cuarto, Tramposo su nombre, que según demostró nada tuvo que ver con su comportamiento. De aparatoso morrillo como vemos arriba y serio y ancho y bien apretado de carnes como vemos abajo.

Así tomó el capote de Tomás Sánchez.


Todos en triunfo, mayoral y todo, y las damas de honor que quisieron inmortalizar el momento triunfal de una de esas tardes que hacen afición.


A la salida de la plaza la sensación era de ganas de volver. A La Utielana, seguro.

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