29 abril 2008

conocer uncastillo con la excusa de una buena corrida de toros

La nueva Autovía Mudéjar recorta el tiempo en carretera entre Valencia y Zaragoza. La tomas pasado Sagunto y si cualquier pueblo lo ves es por pura casualidad. Ya no es como antes que atravesabas Calamocha, donde sólo les falta levantar un monumento al jamón de Teruel, Daroca o pasabas rozando Burbáguena. Ahora vete tú a saber dónde quedan. En esa desorientación y en lo rápido que pasa el trayecto, en poco más de dos horas y media vislumbras Zaragoza, la parada para estirar las piernas es una auténtica lotería. Las áreas de servicio todavía brillan por su ausencia.

Casualidad, nos tocó conocer rápido Paniza, el pueblo natal de la lexicógrafa María Moliner, que da nombre al insti de una que yo me sé. Cómo no, más mudéjar no podía ser su campanario. De ahí el nombre de la autovía. Lo suyo, entre otras cosas, el vino denominación de origen Cariñena.

Breve la visita, seguimos. Zaragoza la dejamos a la derecha, como si fuésemos a Logroño, pero buscando Tauste. Era el reencuentro con las carreteras de Aragón, las que te permiten atrevasar pueblos de extraños nombres. En Tauste cumplí unos de los deseos. Resulta que en mi mente estaba ver un nido de cigüeñas en lo alto de cualquier campanario, de esos que Valencia no tiene. Nunca lo había visto y me apetecía ver a esos bicharracos. Y lo vimos en Tauste: sus nidos y el fino vuelo de las cigüeñas.

Por cierto, ya estábamos en la Comarca de las Cinco Villas, que aunque así se llama tiene más. La importante, es Ejea de los Caballeros, de la que sólo descubrí que tiene un Mercadona al lado de su plaza de toros y muy cerca de allí una gasolinera 24 horas que evitó que el coche nos dejase tirados.

De ahí a Sádaba. Antes, pero no recuerdo a que altura, cruzamos el Ebro, luego algún que otro canal, y por último el río Riguel que ya nos acompañó hasta la villa de Uncastillo. Todo ya en el marco del pre-pirineo aragonés.


Uncastillo era nuestro final de trayecto. Municipio que, nos comentaron, tiene alrededor de 800 habitantes, aunque probablemente sean algunos menos. Lo que sí tiene de verdad es románico a punta pala, representado principalmente en la friolera de sus siete iglesias, y una antigua judería que llaman hoy Barrio Nuevo. Los bancos de la parada del autobús, que no vi llegar, tienen buen uso y como la villa la paseamos en domingo, la peluquería estaba cerrada.


Pues hasta allí que nos fuimos con la excusa de que en Zaragoza se iba a celebrar una corrida concurso de ganaderías. Valió la pena tanto kilómetro, la excusa inyectó afición para rato.

1 comentario:

comarcacincovillas dijo...

Por si quieres ir más preparado para la próxima: http://www.comarcacincovillas.com y... Siéntete protagonista!!!


Un saludo:
Dpto. Turismo Comarca Cinco Villas