matar, mata hasta el amor

Comprar Público los viernes es un chollo por la promoción de "cultura gratis". Hoy del quiosco por un euro recogías la gran peli "Bailar en la oscuridad" de Lars von Trier y el ejemplar del periódico, sabiendo que te podías encontrar opiniones como las de Manolo Saco, más habiéndola leído ya en su blog.

A titular cambiado, en el periódico se lee "El cannabis causa menos muertos que la tauromaquia", mientras en el blog encabeza con "El cannabis, el tabaco, los toros y otras drogas"; el cuerpo del artículo de Saco es idéntico o al menos acaba y empieza igual tanto en la pantalla como en el papel: "Las sociedades modernas (...) el acohol y la tauromaquia".

Artículo de gesto moderno o propio del que se las da de vanguardista de la sociedad, mezcla churras con merinas, las cualidades paliativas de la marihuna con "la barbarie que se esconde tras cada puyazo y banderilla con que el artista torturador enardece a la muy civilizada concurrencia mientras el toro se desangra lentamente". Lamentablemente, Saco no llegaba más que hasta ahí.

Con lo fácil que lo hubiese tenido con el amor, que ni se fuma, bebe, inyecta o siente, y que coloca, turba, cura y hasta es capaz de matar. Y lo digo porque me apetecía hacerla más gorda.

Pero antes de dar con el amor, había pasado hoja en el periódico y había encontrado donde Rafa Reig respondía su carta de cada día, hoy titulada "Sin sangre". Una lectora Teruel mostraba su queja del sacrificio incruento que pretende llevar a cabo el ayuntamiento de su ciudad de las palomas que en ella habitan.

Leyendo la contestación de Reig, daba con la respuesta a la opinión de Saco y a la de la sociedad desnortada de la que hace de vanguardia con artículos así, tan de cara a la galería mezclando porros y antitaurinismo -con lo a gusto que algunos se lo encienden cuando arrastran al tercero.

Reig preguntaba sin miramientos y brutal honestidad: "¿Cuál es el problema, aparte de que ahora nos la cojamos con papel de fumar? ¿Llegará el día en que un antibiótico se considere una crueldad hacia esas inocentes bacterias? ¿No tenemos ya bastantes repulgos de empanada y escrúpulos monjiles?"

Palomas en la Plaza del Pilar de Zaragoza.