El Partido Popular va a estar animadísimo; menudo fiestón el que acaba de empezar y que no va a parar hasta el congreso de junio que se celebrará en Valencia, como premio al trabajo hecho desde la Comunitat Valenciana, donde poco falta para que se confunda el todo con la parte.
El tira y afloja entre Rajoy, los diferentes bandos mediáticos y Aguirre, con Gallardón siguiendo todos y cada uno de sus movimientos, va a mandar a la enfermería a más de uno.
La desconfianza pulula de sede en sede ahora que la campaña interna es (casi)pública. Desde la red se han abierto varios bandos, reales, ficticios, por gente que de verdad vive y sufre el partido o por oportunistas topos infiltrados. Esto último es algo parecido a lo que les ha pasado a la gente de Nuevas Generaciones, que no sabe si la broma pesada -un supuesto acto de homenaje a Esperanza Aguirre en Valencia- viene de fuera o de dentro.
Se acabaría la lucha zanjando el tema, enseñando los valientes sus cartas y evitando cualquier rodeo cobarde. Pero así, ya puede salir Zapatero elegido presidente en el partido de vuelta, tras prórroga y penaltis, porque quién, sino él, será capaz de sacar mayor beneficio de tanta guasa en el PP, que a estas alturas del baile todavía anda descifrando si va para el centro, se queda en la derecha o si va más a la derecha de la derecha.
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