memoria histórica (reducida y ampliada)

Muy buena la viñeta de Eneko, que viene siguiendo la línea de la del otro día. Es curioso lo que sucede con la memoria en este país: elegimos cuál es la que nos interesa y hacemos todo lo posible por esquivar la que de verdad avergüenza. Acaba de pasar. Los mecanismos de este Estado democrático que nos 'ampara' se han cerrado en banda a la hora de condenar los crímenes de la dictadura franquista para que así esta sociedad en sus entrañas siga anidando liendres.

Es la memoria histórica que se amplia y se reduce, según conveniencia. Como ahora, sí. Social e históricamente los restos esparcidos de las víctimas de la guerra civil y la dictadura importan tanto o más que los de milenarios de Atapuerca, pero estos son deseados; vienen a fijar nuestra primigenia tribu. Los otros da miedo desenterrarlos porque avergüenzan: son la muestra de lo que llegó a ser capaz con el paso de los (muchísimos) años aquella, por decirlo de alguna manera, sociedad eslabón a la que nos agarramos.

¿Serán algún día los huesos que enterró el franquismo el eslabón que perdimos premeditamente? La memoria es tan extraña, que quién sabe. Ya mismo los hay entre los que reinvindican justicia, que la memoria la amplian y la reducen a su antojo y según convenga, al dictado de la amanerada pedagogía de lo politicamente correcto. Por eso, tratando de ampliar un poco más y evitando reducir, justo al revés: abriendo un frente más; estas palabras de uno, Federico García Lorca, de los miles que yacen, ahora sus huesos, entremezclados con otros, que como los suyos también sostuvieron algún cuerpo hasta el momento antes de ser fusilados, digamos asesinados.

«El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo».