17 mayo 2011

saúl jiménez fortes, buenas sensaciones

Vía :: El País | Torero de vientre, crónica de Antonio Lorca

Dice la biografía oficial del malagueño Saúl Jiménez Fortes que es hijo de la que fuera novillera Mary Fortes. Desconociéndose las condiciones toreras de la madre, lo cierto es que el chaval dejó ayer claro que ya en el vientre de su progenitora recibió las primeras lecciones de buen gusto y valor. Porque de ambas cualidades anda sobrado el novillero. Recibió a su primero, a la postre el único que mató, con cinco verónicas de auténtico dulce, preciosas, lentas, gustándose en cada una de ellas, ganando terreno, jugando los brazos con enorme torería y embarcando la embestida con empaque. Y la gente se quedó con la boca abierta, que es lo que suele ocurrir cuando se torea de verdad. Y volvió a las andadas en el quite y dibujó otra verónica y media de cartel. Pero el muchacho tenía un pero: a esas alturas de la lidia había perdido la montera tres veces, lo que evidencia que la madre, preocupada por la torería, no ha prestado la atención debida a la talla de la cabeza del niño. Error perdonable, no obstante, pues el mejor escribano (maestra, en este caso) echa un borrón.

Y llegó el último tercio. Y el novillo, listo como el hambre, soso y de mala condición, como casi todos, lo engancha al segundo envite y lo voltea de mala manera. Pero Saúl ni se mira y vuelve a colocarse delante del burel con enorme sangre fría. Y lo vuelve a citar de verdad, asentadas siempre las zapatillas en la arena, y el animal lo vuelve a arrollar y lo lanza de nuevo por los aires. El traje luce algunas manchas de sangre; parece que ha recibido un puntazo, pero todos son rumores sin confirmar, porque el novillero no tiene otra obsesión que torear, sin volver la cara, con una meritoria vergüenza torera. Insiste una y otra vez, y el novillo intenta de nuevo prenderlo. Se enfada el malagueño porque su oponente no se deja. Y magullado, pero muy digno él, derecho como una vela se retira al callejón tras darle muerte y se dirige por su pie a la enfermería. ¿Un puntazo? Una cornada de 20 centímetros en el muslo derecho. Un gesto torero de los pies a la cabeza el de este chaval. La vida dirá si será figura, pero se presentó en Madrid con unas credenciales que ya quisieran muchos. Está visto que el vientre de una madre hace mucho. (Señora, acuérdese de comprarle a su hijo una montera de su talla).

Fotos :: Juan Pelegrín para las-ventas.com



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