La clase alta de la política se está luciendo. Definitivamente la política se ha convertido en origen de nuestros problemas, no como la solución. El bipartismo patrio, tomando Castilla La Mancha como ejemplo de actualidad, nos ha asombrado estos días con sus dimes y diretes y el 'y tú más' de parvulario cuando la realidad, sea de banca rota o esperemos que no todavía, es realmente el problema. Gabilondo lo expresaba bastante bien ayer en su videoblog.
La situación es de incongruencia total, sí. Como la que se está viviendo con el pepino y la bactería E.coli. Cosa seria cuando de la salud y las cosas del comer se trata, y precisamente con la maltratada y menospreciada agricultura como gran afectada. Qué cosas. La charlotá de Alemania es de aupa y el problema, ante la incapacidad de resolverlo, no han hecho más que agrandarlo los políticos, precisamente.
El pepino, el miserable pepino, pagó el pato de primeras y sin contemplaciones, y sólo porque una ministra alemana o funcionaria con cargo, la tal Cornelia Prüfer-Storcks, se atrevió a condenarlo sin base científica alguna. Luego hay cientos de elementos nocivos para todos, incluso para el propio planeta, con los que convivimos a diario, pero que por grandes intereses económicos, su posición es intocable. Y podemos pensar desde el tabaco al petróleo pasando por la industria armamentística, el plástico o la telfonía móvil y su riesgo cancerígeno.
Uno (como muchos) ve en el decálogo de Noam Chomky sobre las estrategias de distracción mediática la explicación de estas situaciones que no dejan de sorprendernos con nuevos problemas ya no se sabe si ficticios, creados o manipulados al antojo de unos pocos con tal de mantener el tipo pero ya sin dignidad alguna.
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