22 junio 2011

triunfa el fandi; la torería la pone curro javier


La mejor noticia fue el lleno en la plaza de toros de Alicante. Al parecer Serolo en ese aspecto ha trabajado bien y las figuras no han fallado. La peor noticia, en cambio, ha sido, para variar como en todas partes, el 'toro' de las figuras. Corrida de muy baja presencia, sobre todo los tres primeros, con dos remiendos sobre el hierro titular --Garcigrande-- de Domingo Hernández, el primero de hechuras anovilladas, y de San Pelayo, el tercero, que por pitones llevaba dos vergonzosas bananas.

Pero más allá, el ganado ofreció contenido y variedad y entre los seis lidiados ha destacado el quinto, con el hierro de Garcigrande, que atendía por 'Deseoso y que ha sido premiado con la vuelta al ruedo. A ése El Fandi lo desorejó.

Además, la tarde tuvo una eclosión de torería --esa fue la suerte-- a cargo del banderillero Curro Javier en el sexto. Un momento de esos que exponen a las claras porque los que se visten de torero son seres únicos, diferentes al resto y admirables.

Uno en Alicante casi siempre se plantea la misma duda: cómo puede ser que en la cuna de dos estirpes toreras de tan acusadas personalidades como son los Manzanares y los Esplá guste tanto el toreo de línea gruesa, de recurso galerista y tan poco lo profundo. Que vale que es un plaza festiva, que la ciudad hierve por las hogueras de Sant Joan y esas cosas, pero que hasta José María Manzanares, que menudo temporadón está echando, opte en el patio de su casa por el circularismo da qué pensar.

Tal vez porque quien mejor se adapta al público alicantino es El Fandi, tal vez por eso fue el único que tocó pelo. Tres orejas, tres, a cual de todas más indecente.

Le cortó una oreja a su primero por dos largas de rodillas en el recibo, unas chicuelinas por aquí y otras por allá y cuatro pares de banderillas tan espectaculares como a toro pasado. Por salvar, el último par, más apretado y por los adentros. En la muleta, como suele, nada. Derechazos amontados, y por la izquierda en el único extraño que hizo el toro Fandila pegó un respingo abandonando muleta y todo. Muy feo, vaya. No se complicó mucho más, mató de estocada y cortó una oreja.

Dos más le cortaría al quinto, el tal 'Deseoso', que digamos que fue bravo. Recibió una sola vara pero la peleó y la empujó con fijeza y por un buen rato. Mas no se le acabó el fuelle y tras el tercio de banderillas, tuvo arrancadas buenas, la tomó con largura por el derecho y por el izquierdo apenas lo vimos porque Fandi no pasó del trámite. Prefirió tirar de traca. Vibrante el inicio de rodillas en los medios, ya en los finales circulares y abrazos al costillar. Otro espadazo, dos orejas y vuelta al ruedo para el animal por su entrega.

Enrique Ponce cumplió sin apreturas con el soso primero y sudó con el cuarto. Ese Garcigrande ya de salida mostró problemas de visión por el ojo derecho. O no veía o no quería ver. Además, a partir del tercio de varas sacó agrio genio. Se agudizó en banderillas cortando por el derecho hasta convertir aquello en desagisado con un presidente que optó por no mojarse tras infinidad de pasadas y un Ponce que no tuvo otra que tomar la dirección de la lidia.

Con técnica y recursos, tirando de pico, tocando al pitón contrario, Ponce metió en la muleta a la prenda, que tras dos series mandonas cantó la gallina y se fue a buscar tablas. El espadazo lo puso a la defensiva a la hora del descabello, arreando a todo lo que se pusiera delante y para que Ponce acertará con la cruceta tuvo que salir El Fandi para meter el capote. La cosa podría haber sido peor. Y la estampa de Ponce auxiliado por El Fandi, curiosa cuanto menos.

Manzanres en sazón e insultante suficiencia pecó de sobrado al dejarse crudos sus dos toros y no darles más que un picotazo. Así, al feo especímen de San Pelayo tocado con bananas le sobró la agilidad de gaita que habría corregido un puyazo en regla y a la faena le faltó el mando necesario. El comienzo fue prometedor con un cambiado en los medios de un Manzanares que no deja de sorprender. Pero la boyantía del animal exigió un poder que no encontró. Acompañar la embestida no es lo mismo que mandar, que obligarla a romper por abajo. Lo que sí imprimió Manzanares fue firmeza pese a sufrir algún que otro aprieto. Se empeñó en matar recibiendo y pinchó en dos ocasiones. Era, como fue, a volapié.

En el sexto la tarde tuvo su explosión de torería. Curro Javier, cuando iba a clavar el primer par de banderillas, tropezó en la cara del toro quedando a merced. Del revuelo de capas fue El Fandi quien a cuerpo limpio se llevó al toro. Totalemente pateado, Curro Javier andando de mala manera pero arrebatado, con toda su torería a flor de piel cogió otro par, le apretó el toro y no clavó conforme. La cosa ya era más que personal. Cogió otro par, le impidió a su compañero Luis Blázquez pasar y remató su tercio asomándose al balcón y desmonterándose, sintiéndose torero. El detalle valió la tarde y bien podría haber sido el argumento de esta crónica.

Luego Manzanares llenó la faena de líneas gruesas, circulares y ningún natural. Una pena.

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