28 enero 2013

el toreo está encabronado

Se puede confirmar que pasó el invierno, y ya van tantos que perdí la cuenta en los que la Tauromaquia se lo volvió a pasar por el forro, una vez más, o mejor dicho: tocándoselo (el forro). Los carteles de València y Castellón ya están ahí: una señal de que los fríos acaban y otra vez nos abocamos al círculo vicioso de la temporada. Como siempre, la excusa es perfecta.

El encabronamiento se palpa. La cartas vienen marcadas. Unos a otros se tienen medidos. La negociación fallera y la estampida de la magdalena han sido como una especie de cuadrilátero de suspicacias y mala baba. Lo de que Sevilla por farolillos se quede sin el foco de la televisión ha sido otra grieta en la que el guerracivilismo se ha retratado. El cava, o mejor el champán, porque a los que suelen brindar por cosas así les entran úlceras con todo lo que suene a catalán, se alegran mirándose al ombligo cuando al Plus le dan con la puerta en las narices en la misma calle Iris. Pero al final, ni cava ni champán porque como que la Fiesta a la francesa tampoco les va. Brindarán con agua, que seegún dicen que trae mala pata. Y eso, viendo cómo nos va parece bastate cierto.

València ha dejado esa feria que quieren vender como un tres en uno. Uno la mira, remira los carteles, sopesa, y el interés como que va decayendo conforme los carteles se encarecen, oiga. Un cartel que acabó por no ser fue el eje clave del que dependía una feria notable a una feria normal, de aprobado raspado por aquello de estar todos los que han aceptado el reto, que no son todos los que debían aceptarlo, y el interés y variedad de ganaderías que hay.

El cartel clave era el encontronazo Perera vs. Fandiño en mano a mano y con una de Fuente Ymbro, ya que con esa han tenido ambos triunfos sonados en el coso valenciano. Pero esa lucha de poder --vaya absurdo poder, por cierto-- fue de barrido casero y lo que tenemos es lo que hay. Faltó el canto de un duro para que se diese. Impero el silencio y cuando saltó la rumorología, saltó el cartel por los aires toda posibilidad.

Jiménez Fortes de rebote fue otro afectado. Si nunca se propuso para que cerrase una terna con Perera y Fandiño --nunca se propuso porque el 'no' de entrada estaba asegurado--, sí se vió fuera de la de Fuente Ymbro y del Plan B. Y como Plan C no había, la cosa quedó como es. Esta vez no vale aquello tan manido de "no hay más cera que la que arde". Sí la hay, pero entre unos y otros no la han dejado arder. Intereses, en definitiva, particulares en perjuicio del interés de la afición y la Fiesta por preservar ese absurdo 'poder'.

Valencia y Castellón pagan el pato. Nadie ha querido mojarse en el inicio de temporada, sino pillar posiciones. Otro absurdo contra la competencia y el interés. La sucia trastienda del toreo ha quedado demasiado al descubierto. No será así con una Feria de Sevilla, ya se cuidarán. Más apretada, sin televisión --ni luces y con los taquígrafos predefinidos-- y con algún que otro gesto, como si en la guerra de cada palo que aguante su vela fuera a encontrarse la solución. Además, que Manzanares maté seis en Sevilla no es un gesto: es una necesidad después de haber conseguido absoluntamente todo en La Maestranza. Lo de El Juli con Miura lo destaca, pero gesto luego sería invitar a una de Garcigrande a los que están de Miuras, Adolfos y Victorinos hasta las trancas, que los hay. Hoy por ti, mañana por mí, y todos los días por el interés, la emoción y la actualización de la Fiesta.

La cuerda se tensó la temporada pasada. Para ésta se presenta rota en mil pedazos, a merced de intereses personalistas, espúrios en definitiva. Y mientras unos se frotan las manos con este panorama, ven 'negocio', a otros les entristece porque el negocio no deja de ser eso de pan para hoy y hambre para mañana o, simplemente, para dentro de un rato. Este encabronamiento generalizado es lo que trae y no tiene pinta de acabar.

En la medida de la posible, sean felices.



PS: Se ha dicho de mil maneras ya y ayer mismo lo dijo Victorino: "Si este espectáculo sigue vivo a pesar de los malos gestores que somos es porque es un rito con una fuerza brutal".

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