Con toda la que hay formada --aquí bien podría empezar el post primigenio--, me ronda Ortega y Gasset por la cabeza. Concretamente la frase que se le atribuye y que cualquier aficionado más que menos leído saca a colación siempre que puede y que dice algo así: "La historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda". Y la saca porque cada vez se acerca más a la realidad la frasecita de marras, o eso parece. Mira Catalunya, que para construír sus castillos en el aire primero --consciente o inconscientemente, eso da igual; la cuestión es: políticamente-- se tuvieron que desprender de cualquier manera de la Fiesta de los Toros. A cualquier régimen sustentado en el nacionalismo, como el catalán, le chifla sobremenera todo lo relacionado con el Nombre e inventar y destruir símbolos según doctrina. Causa/efecto, aunque los iluminados digan que no: Ortega y Gasset al parece algo de razón tiene.
Ortega al alimón con Domingo Ortega
Con la crisis y la corrupción, lo mismo. No hace falta irse a recoger paralelismos con el dopaje de estrellas estrelladas en su mentira, como Lance Armastrong. Ortega del ciclismo no dijo nada. Basta con mirar una España podrida hasta las trancas para establecer no solo el paralelismo, sino la más absoluta ligazón con lo taurino. Puede parecer un truco de magia orteguiano porque en Francia la realidad es otra, también la realidad de la Fiesta. Acá la confianza está por los suelos. La política, de escándalo en escándalo de corrupción y tiro porque me toca, ni te digo. El ventilador enchufado a partir de los sobresueldos de Bárcenas a los más peperos del reino son la enésima demostración de que se tocó fondo, pero siguieron cavando. La irresponsabilidad social al servicio de sus bolsillo y del sistema imperante es de aquella manera.
La única diferencia es que en el toro el valor y la casta se presuponen, no así la honestidad en políticos incapaces de dimitir aun cuando el sentido común lo aconseja. Esa es la pequeña diferencia. Por eso, por valor (o ataque de honestidad) el torero es capaz de afrontar gestos, cada vez más puntuales y esporádicos, cuando hay que ofrecer una imagen, otra, y la situación lo demanda. Y de esos hay varios de aquí a junio. No es que vayan a solucionar ni cambiar nada, son eso: gestos puntuales en medio del encabronamiento generalizado que no lleva a ninguna parte.
Es momento de volver al pastel que trajo el 5F. La preparación de una industria taurina para afrontar la defensa en sede parlamentaria de una ILP para declarar BIC la Fiesta es la misma que Rajoy para enfrantarse en corto y por derecho a las preguntas de los periodistas: ninguna. Ni se trabajó para el imposible (por la manipulación política) de salvar la Catalunya taurina ni se le ha pasado a nadie por la cabeza que llegaría el momento en que esas firmas más de 500.000 firmas recogidas por aficionados habría que defenderlas con mayor decoro incluso que cuando te sale uno de Garcigrande planeando o cuando hay que confeccionar la mejor feria. Ni ANOET ni el G10 'resucitao' --los milagros no existen-- han tocado a rebato. Ni a modo de favor al pagano grupúsculo de aficionados que se dejanton la piel y la tinta en las firmas, y que pese a todo siguen pasando por taquilla como cuando ejercen de votantes, por las urnas.
Suena retro, pero Ortega sigue teniendo razón y eso indigna que no veas.
PS: Otra cosa es que no es lo más recomendable que estos políticos con su honradez en entredicho tengan que defendernos y darle a la Tauromaquia título de Bien de Interés Cultural. Socialmente no será tampoco la mejor publicidad. A parte del ruido que va a generar y se aprovechará como cortina de humo para tapar las vergüenzas de cada uno en ejercicio de desvergonzado y vergonzante postureo.
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