01 mayo 2013

novillada de cuvillo en sevilla: román sigue marcando las diferencias (vídeos)

Lo cuento y casi, casi que me da vergüenza decirlo: ¡No veía toros en Sevilla desde septiembre de 2006! Hace tanto que ni este blog estaba todavía en marcha. Bueno, vergüenza no me da ninguna, pero a Sevilla habrá que volver más de vez en cuando. Ahí queda el dato: casi siete años después volvía uno a Sevilla. Entonces (septiembre, 2006) fue por los seis toros de El Cid y el pasado domingo fue porque Román se presentaba como novillero en La Maestranza. Aquí cada uno sueña como y con lo que quiere, se crea sus propios acontecimientos y vierte sus ilusiones donde le parece.



La novillada, a priori, uno la ponía como la novillada del año. Por el cartel, ganadería anunciada y marco. Y en principio así pareció. Recién finiquitada la Feria de Abril, la novillada de Núñez del Cuvillo con Juan Ortega, Román y Lama de Góngora, congregó dos tercios del aforo. Será que interesaba la novillada. Tuvo una primera parte con miga, más que interesante, con casta y sus cosas en los utreros de Cuvillo.

Román marcó las diferencias y las sigue marcando en el escalafón de novilleros. El pasado domingo, cuando tocaban a banderillas en el segundo novillo, Román ya llevaba tres quites realizados. Le había pegado uno al primero y dos al suyo, uno en respuesta a Lama de Góngora. El escenario, visto lo visto, no le había achantado. Al contrario, resuelta la tercera serie al jabonero ya había dado motivos a la banda para que se arrancase, y eso en Sevilla ya te lo venden como un premio. Esas cosas de Sevilla.

Le salió el toreo con naturalidad. Desde la firmeza, con mando y temple. Manda tanto que esa velocidad que le reduce a las embestidas se aprecia cuando se los pasa por la faja. Dejó venirse al jabonero, dándole ventaja, dándole distancia y enganchado con los vuelos. Pero le faltaba ese pellizco más de casta para repetir cuatro o cinco veces. Al tercero o cuarto, o al buscar el remate, había que tragar paquete, poner los mulos, dar opción, esperar al toque y vaciar. Sobre ambas manos sumó méritos Román a su faena. La actitud de novillero quedó clara en las dos volteretas. La segunda por ponerse en las mismas vías al querer rematar con las bernardinas. No pincha de primeras y caía la oreja.

El quinto lo puso a prueba. Novillo soso en apariencia, sobre todo para el gran público, la verdad es que nunca se entregó y dudaba a cada embestida. Había que taparle mucho y alargar el viaje sin violencias ni brusquedades. Un Román por encima de las circunstacias no dejó ver la verdadera condición de un novillo que no habría perdonado el mínimo error.

Lama de Góngora tenía sus segunda tarde de la temporada en Sevilla. Es la gran esperanza del toreo sevillano, y se le sigue esperando. La responsabilidad le llevó a porta gayola en su primero. Novillo serio, el que más de la tarde, con el hierrto de Fuente Rey. Aparentó más de lo que al final acabó por ofrecer, la buena condición al tomar las telas con intensidad se le fue apagando. El sexto fue un buen novillo, per muy mermado por las dos costaladas y media que le pegó. Le faltaron fuerzas y profundidad. Nobleza es lo que más tuvo. Lama puso gusto y empaque, que es su gran seña, pero le faltó contenido, toreo, y sobre todo mayor suavidad en los cites.

Juan Ortega, de buen corte y concepto, tauromaquia sin florituras, erró en los mismos planteamientos. Lidias muy atosigantes. Siempre encima del novillo, sobre todo del primero. Equivocado en las distancias, nunca dio ventaja a un novillo que era capaz de tomar los vuelos. Pero en la corta distancia optó más por defenderse y cabecear, y así nunca se entregó. Con el cuarto, éste más rajado, Ortega pecó de lo mismo.

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