Juan Bautista con su hija en brazos tras indultar en Istres a 'Golosino', un toro de La Quinta. |
La placita de Istres es contemporánea de la de Utrera,«cuna del toro». Utrera, con casi los mismos vecinos que Istres y a tiro de piedra de Sevilla, se ha encontrado de la noche a la mañana en el centro del huracán porque su Ayuntamiento ha prohibido la entrada a los toros de menores de siete años. La medida del alcalde Francisco Jiménez, el mismo que impulsó la edificación del coso en 2010, ha provocado la airada respuesta de colectivos taurinos, artículos y cartas.
Lo curioso del rocambolesco caso es que probablemente en Utrera no se den toros en 2013. Pero esto moviliza menos. El consistorio quiere echar a Paco Dorado por las deudas acumuladas, que se suman a las del gestor inaugural, Rodríguez Vélez. La última corrida celebrada fue el 8 de septiembre de 2012 para la despedida de Pepe Luis con Morante. No se metió media entrada; un festival hubo de suspenderse en febrero porque no se vendió un boleto. A los taurinos les encanta un enemigo exterior con el cáncer dentro. No es que no vayan a ir menores de siete años, es que no van los padres. Y el Ayuntamiento de Utrera no es el de Istres.
El viernes destapó allí Morante de la Puebla todas las esencias a la vez: «Hizo una de esas faenas prodigio», escribió Barquerito; el sábado, Juan Bautista cuajó una tarde memorable ante seis toros (un victorino de vuelta, un indulto para La Quinta); y ayer el alcalde entregó las llaves de la ciudad a Victorino antes de que Alberto Aguilar se salvase entre Castella y Uceda contra la victorinada.
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