Mensaje de Su Majestad el Rey a los españoles
Palacio de La Zarzuela. Madrid, 2 de junio de 2014
Me acerco a todos vosotros esta mañana a través
de este mensaje para transmitiros, con singular emoción, una importante
decisión y las razones que me mueven a tomarla.
En mi
proclamación como Rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme
compromiso de servir a los intereses generales de España, con el afán de
que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio
destino y nuestra Nación una democracia moderna, plenamente integrada en
Europa.
Me propuse encabezar entonces la ilusionante
tarea nacional que permitió a los ciudadanos elegir a sus legítimos
representantes y llevar a cabo esa gran y positiva transformación de
España que tanto necesitábamos.
Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y gratitud hacia vosotros.
Orgullo, por lo mucho y bueno que entre todos hemos conseguido en estos años.
Y gratitud, por el apoyo que me habéis dado para hacer de mi reinado,
iniciado en plena juventud y en momentos de grandes incertidumbres y
dificultades, un largo período de paz, libertad, estabilidad y progreso.
Fiel al anhelo político de mi padre, el Conde de Barcelona, de quien
heredé el legado histórico de la monarquía española, he querido ser Rey
de todos los españoles. Me he sentido identificado y comprometido con
vuestras aspiraciones, he gozado con vuestros éxitos y he sufrido cuando
el dolor o la frustración os han embargado.
La larga
y profunda crisis económica que padecemos ha dejado serias cicatrices
en el tejido social pero también nos está señalando un camino de futuro
cargado de esperanza.
Estos difíciles años nos han
permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras
limitaciones como sociedad.
Y, como contrapeso,
también han reavivado la conciencia orgullosa de lo que hemos sabido y
sabemos hacer y de lo que hemos sido y somos: una gran nación.
Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de
superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente
mejor.
En la forja de ese futuro, una nueva
generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que
correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la
generación a la que yo pertenezco.
Hoy merece pasar a
la primera línea una generación más joven, con nuevas energías,
decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas
que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada
intensidad y dedicación los desafíos del mañana.
Mi
única ambición ha sido y seguirá siendo siempre contribuir a lograr el
bienestar y el progreso en libertad de todos los españoles.
Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera y a
cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo.
Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica.
Cuando el pasado enero cumplí setenta y seis años consideré llegado el
momento de preparar en unos meses el relevo para dejar paso a quien se
encuentra en inmejorables condiciones de asegurar esa estabilidad.
El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido
de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la
Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se
combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación.
Contará para ello, estoy seguro, con el apoyo que siempre tendrá de la
Princesa Letizia.
Por todo ello, guiado por el
convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles y una vez
recuperado tanto físicamente como en mi actividad institucional, he
decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España, de manera
que por el Gobierno y las Cortes Generales se provea a la efectividad
de la sucesión conforme a las previsiones constitucionales.
Así acabo de comunicárselo oficialmente esta mañana al Presidente del Gobierno.
Deseo expresar mi gratitud al pueblo español, a todas las personas que
han encarnado los poderes y las instituciones del Estado durante mi
reinado y a cuantos me han ayudado con generosidad y lealtad a cumplir
mis funciones.
Y mi gratitud a la Reina, cuya colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca.
Guardo y guardaré siempre a España en lo más hondo de mi corazón.
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