26 septiembre 2014

#bousalgemesí14/ la fuerza de un pueblo y el triunfo de borja jiménez, fernando rey y un novillo de cebada

Fernando Rey en la vuelta al ruedo tras cortar las dos orejas a Cotorrito de Cebada en compañía del mayoral | VÍDEO

Cuesta empezar la crónica ciñéndonos únicamente a la sexta de abono de la Setmana de Bous d'Algemesí. Cuesta porque la amenaza antitaurina se cierne contra el pueblo que levanta su Fiesta y honra a la Tauromaquia levantando su plaza y al toreo le abre el camino a través de su feria de novilladas, que vive con total entrega y pasión. Pero el totalitarismo y terrorismo antitaurino amenaza todo ese entramado social y asociativo. En nombre de la moral. Qué tristeza. Qué impotencia, además, su ruido e intoxicación mediática.

Hoy hemos comido en el pueblo de La Ribera, en la casa de un ilustre algemesinenc. Uno de esos vecinos, que, solo por la cultura que atesora del pueblo, es fuente de consulta constante por las autoridades y vecinos. Durante toda la comida y posterior sobremesa no ha habido una sola palabra de la amenaza antitaurina porque en verdad no aporta nada ni suma a lo que nos interesa: el pueblo y su gente. Hemos hablando de toros, de cómo iba la Setmana, de qué se ha hecho y qué se puede hacer, y de cómo fueron las fiestas en honor a la Mare de Déu de la Salut o de cómo jode el IVA a la Cultura  en general y a la Setmana Taurina en particular. Pero en el paseo por Algemesí sí hemos escuchado a la gente debatir y decir que "qué es eso de que vengan a insultarte a tu casa" --porque los antitaurinos, unos 200 dicen, vienen la mayoría de fuera-- o a los niños contarse que "anoche vinieron los antitaurinos esos y quieren cortar las cuerdas de la plaza (con madera y cuerdas se levanta la plaza)  y quemar el pueblo".

El insulto, el miedo, la amenaza y la agresión verbal o física tiene un nombre: Terrorismo Antitaurino.

El ataque antitaurino sucedió la noche del miércoles y probablemente se repetirá, la amenaza ahí está, otra vez el jueves. Durante el resto del día Algemesí ha vivido desde las nueve de la mañana un día más de los diez que componen su Setmana de Bous. El encierro, el almuerzo, los niños en la calle jugando al toro, el sorteo, la comida en el parque Salvador Castell y por la tarde, en pasacalle, todas las peñas cadafaleras abrazadas camino a la plaza, ese símbolo que es un auténtico tesoro cultural y espacio de múltiples emociones. Como las que se han vivido hoy con la novillada de Cebada Gago y dos novilleros con hambre y personalidad; oficio y valor.

Borja Jiménez y Fernando Rey han abierto la puerta grande. El primero cortó una oreja a cada toro y el otro una a su primero y dos al cuarto y último. En total cinco, que pudieron ser más si la novillada de Cebada Gago, astifina toda y entipada sin exageraciones de más ni de menos, se hubiera empleado con mayor entrega. Pero al final solo salió uno, Cotorrito-28, que sacó toda esa profundidad y casta atemperada para elevar la pasión de la tarde. Un novillo y la disposición de un novillero bastaron para sacar a relucir todos los motivos por los que Algemesí hace todo esto y un día más se llenaban los cadafals casi en su totalidad: por la pasión y la bravura; por la emoción de ver un toro embestir con toda esa animalidad --otro tesoro de la naturaleza y la genética así pasen los siglos-- y el respeto por la que, tras su Festa Major de la Mare de Déu de la Salut, es su otra gran celebración, ¡la del bou!

Este Cotorrito chorreado de Cebada sacó esa casta capaz de ir adelante con entrega y no rehuir la pelea. Embistiendo con intensidad. Empujando al peto y viniéndose de largo. Su pelea en varas la mejor de la tarde. La única aceptable. También al único al que se agarraron en firme y con acierto. Fernando Rey dio un paso al frente cargado de valor. El derroche de valor, por cierto, con su primero ya fue de órdago. De hacer pasar un mal rato. Novillo tobillero sin fijeza, algo bizco cuerna y con las puntas astifinas por delante. Agresivo y a la defensiva. El atragantón: Arriñonado el torero, metido en los terrenos y tratando de sacar los muletazos imposibles. Los pitones señalando las medias. La embestida furtiva tratando de sorprender. El ay, la cornada se libró un puñado de veces. Fernando Rey asustaba de valor en su presentación y por si había una duda, se tiró a matar en total rectitud. Espadazo de premio.

Pero salió Cotorrito y la versión de Fernando Rey se expandió. De capa, la variedad. El gesto, siempre muy intenso y entregado. El quite variado. Capote a la espalda en sus dos toros. Brilló su cuadrilla en banderillas. Un capotazo de brega monumental. El brindis a Cristian Climent, el novillero de El Puig que sería conveniente saber por qué no estaba anunciado en Algemesí. Lo mismo que el Varea de Almassora.

El caso es que este Rey de Málaga se fue al centro del cuadrilátero, citó en la lejanía, cambió por la espada, lo vació por delante y lo volvió a cambiar para traérselo ya toreado. Emoción. En redondo muy por abajo y sostenida la embestida en toda la dimensión del muletazo. Largura. La cintura rota, y el de pecho despatarrado y enfrontilado, así toda la embestida por delante. La plaza estallaba. El toreo bueno pone de acuerdo a todos en esta plaza que, seguro, es la de la edad media más baja de todo el planeta (difícil que supere los 40 años de media). Faltó explorar más por la zurda, pero una colada le fue suficiente para decidir seguir abriendo los caminos en redondo sobre la destra.

Las series se compactaban e iban a más a partir del tercer muletazo. Al novillo le faltó ese empuje final, le quedaba la expresión de querer embestir con entrega. Fernando Rey pulseó con más empaque y suavidad en el útlimo tramo de una faena que mantuvo la intensidad hasta que se empeñó en el epílogo de las manoletinas. Sobraron. La estocada casi entera y algo tendida. Dos orejas. Esto es por lo que lucha Algemesí. Sembrar y recoger. Vivir y apasionarse.

En el haber de Borja Jiménez quedó patente el oficio y que, como casi todos los de Espartinas, es más listo que el hambre. Así, prácticamente, se inventó dos faenas a un lote sin mayores profundidades. Al astifino, con las puntas hacia arriba cardeno-claro que abrió la tarde le andó con temple y valor. Pisó terrenos comprometidos para manejar una actitud bovina sin exceso de fijeza, protestón y tendiendo a rajarse. La colocación fue fundamental. Y el temple. Y también esa seguridad que da el valor. Hubo una estocada.

La soltura con la que le dio fiesta al cuarto, novillo de embestida a media altura, algo gazapón y cara suelta, fue otra demostración técnica, de novillero hecho, capaz de cuajar así o asá lo que se le presente. Su disposición, intachable. El saludo de capa a este tercero fue variado. Dos largas, verónicas, chicuelinas y un intento de larga para rematar ya en los medios y de la que salió peligrosamente prendido: la talaguilla abierta por el frontal y un varetazo considerable del que fue a mirarse a la enfermería, pero solo después de salir en compañía de Fernando Rey por la Puerta Grande de Algemesí, esa que construye todo un pueblo para que toquen la gloria los toreros.



Algemesí, 25 de septiembre de 2014. Sexto festejo de la Setmana de Bous. Novillos de Cebada Gago astifinos y correcta presetanción, faltos de entrega en general, salvo el bravo cuarto, Cotorrito-28. Borja Jiménez (oreja y oreja) y Fernando Rey (oreja y dos orejas). Casi lleno (cerca de 4.000 personas)

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