Es el caso de un amigo, Luis R., natural de Foios. Ocho años después de cometer un delito relacionado con las drogas, cuando tenía entonces 19 años, hace tres días le llegó la notificación a través de su abogado: mañana tienes que ingresar en prisión, por tres años.
Lo conocí varios años después de todo aquello y de aquello me enteré por otros amigos que me lo contaban como una lejana leyenda. La última vez que hablé con él fue el pasado sábado. No lo veía desde el 9 d'octubre. Hablamos de sus nicks, la mar de absurdos, del messenger y de las responsabilidades en su trabajo -es fontanero-, comentaba que había colocado a un chavalín en la empresa al que los jefes ya le habían hecho contrato fijo. "Yo allí tengo mucha mano", nos contaba.
Para este fin de semana tenía planeado un viaje a la nieve. La reserva hecha y todo. Se le veía con ganas. Pero el miércoles, ocho años, después le llegó la notificación: a la cárcel, por tres años.
Una vez más, la justicia ha quedado en evidencia al solucionar un problema tarde, cuando ya estaba solucionado, y mal. Cuando escribo esto coincide con su segunda noche en el centro penitenciario de Picassent (Valencia).
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