Esta mañana frente al ordenador ojeaba varios medios. Lo normal. En la mayoría la foto de un esquelético Iñaki de Juana Chaos, entubado. Al lado un compañero, nos contábamos como cada lunes el devenir del fin de semana. Más éste porque no nos habíamos visto. Entre frases, al ver la foto, suelta él: "lo del País Vasco está peor que nunca". No le contesto y él tampoco insiste con el tema. Había cosas más importantes de que hablar. Vamos, que no era el momento.
No le dije nada, pero es eso que se te queda ahí, y le das varias vueltas a lo largo del día. "Pues creo que no", le hubiera contestado. Aunque después le hubiese contado como fue la noche del sábado. Creo que, por la ausencia de atentados hasta el pasado 30 de diciembre, por la tregua que y proceso de diálogo (¿se puede decir proceso y diálogo?) y por las varias sensaciones que aporta la actualidad y las preguntas que genera, como por ejemplo, la que tengo más a mano: ¿la situación de De Juana Chaos a quién beneficia? Una cosa tengo clara: a él (vista la foto) no. Más allá espero no llegar, aunque me sorprendería algún beneficio a cualquiera. Por esto, y aunque mucho se empeñen en decir lo contrario (y no me refiero precisamente a mi buen amigo), la situación actual no es peor que nunca.
Lo que sí está mal, mal-fatal, da asco y da pena es la bronca que hay formada en el patio político, que sí distorsiona por completo la perspectiva de toda realidad. El último botón es la manifestación del pasado sábado. Fue ¿tan polizada como lo está la justicia, o qué? Hubo algún manifestante que todavía no ha renovado la bandera desde hace, al menos, 32 años. Por cierto, ¿de qué sirve la manifestación del 3 de febrero, además de para cosechar varios puñados de votos y alimentar un odio que embiste descompuesto y a quien se le ponga por delante? ¿Cuál de las dos manifestaciones recientes suma más votos, las del 3-f o la del 13-e? Buen provecho entonces.
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