21 julio 2009

feria de julio 2009/ tres lecciones


Juan Cervera brinda a quien ha sido su maestro en la Escuela de Tauromaquia de Valencia, Joaquín Mompó.


20 de julio de 2009, Valencia. Tercer festejo de la Feria de Julio. Novillada sin picadores. Erales de Salvador Guardiola para Jesús Chover, Alberto López y Juan Cervera.
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Tenían que llegar tres becerristas para explicar de qué va esto. Que se debe torear como Cúchares manda o al menos intentarlo, que uno se debe quedar quieto y jugarse el pellejo sin excusas y que los atajos en el mundo del toro no existen, que las volteretas si hay que recibirlas, pues se reciben y luego uno ni se mira, y que cada uno con sus armas debe intentar hacerlo lo mejor que pueda para que luego nadie venga poniendo peros por aquí y por allá. Y no hay más, y si a alguien no le ha quedado claro, pues que pase por la consulta de Jesús Chover o Juan Cervera, de la Escuela de Valencia, o por la de Alberto López, de la de Madrid, para que se lo repitan. Seguro que lo hacen de muy buen agrado porque afición y valor les sobran.

Para expresarse cada uno tiene su método. Por ejemplo, la escuela valenciana ya hace tiempo que tira por dos líneas, la recía, de acusado sello sorista, y la académica, que es mucho más poncista. Y ahora Chover, con la primera, y Cervera, con la segunda, sueñan con sostener cada uno de los palos de aquí en adelante, aunque de eso el tiempo ya se encargará de decir. Mientras, el de Madrid, López, es una amalgama de todo los que se cuece en la villa y corte, y va de César Jiménez a José Tomás pasando de lleno por Talavante. Y los tres van con su método a por todas, tanto que prácticamente les daba igual cómo saliesen los erales presentados por Salvador Guardiola, que si bien algo justos de fuerza, no plantearon excesivas facilidades.

Chover es fuerza, facultades y valor. En sus dos erales se fue a porta gayola, pero otra cosa es que estos le hicieran caso. No le dejaron prender la mecha de inicio, pero no perdonó ni una y cuando tuvo ocasión quitó por tafalleras, gaoneras o faroles rodilla en tierra. Y en banderillas arrea con espectacularidad y se asoma al balcón. Y para la muleta tuvo uno bueno, el primero de la tarde, y le sacó partido gracias a una cabeza en pleno funcionamiento. En redondo se le abría demasiado el eral y rápido tenía que buscar el sitio para ligar, así que por eso fundamentó el trasteo al natural en las cercanías y del tercio para adentro aprovechando bien cada viaje y echando mano del recurrente circular por la espalda cuando la cosa se paraba y así hasta la pertinente voltereta. La oreja la tenía ganada, pero una estocada trasera no tuvo su efecto y le sonarón dos avisos antes de acertar al primer intento con el descabello.

No le quedó otra que tragar con la papeleta que le salió en cuarto lugar, un eral ya con cuajo de novillo como para merecer un par de puyazos. Pero como no fue así el novillo se apoderó de capotes y por poco prende a Chover por el muslo en el segundo par de banderillas. Ahí, en que si lanzaba la cornada era capaz de herir, también se le notaba que era más novillo que eral. Y a la muleta llegó el Guardiola con una tromba en la que Chover logró salir a flote, no sin algún que otro trompicón, con una gran dosis de raza, muleta presta y abajo, en ese toma y daca que se planteó para al final cortar una oreja de esas que a uno le debe hacer más feliz porque ganar una partida así tiene que ser como para sentirse mucho más torero de lo que era diez minutos antes.

Alberto López vino haciendo gala de empaque. Muy compuesto siempre, erguida la figura, asentada escadalosamente en los riñones, lo mejor vino cuando se puso a torear. Tiene ese algo especial de los toreros de Escuela Marcial Lalanda de Madrid. Firmeza, gusto y ese valor seco, y si algo le falta es dotar de personalidad propia a su toreo, que por cierto lo ejecuta muy bien. Le correspondió el mejor eral de la tarde, muy dulce y noble, de embestida humillada, y lo toreó a placer sacando a relucir todo su amplio repertorio. En redondo en el centro del platillo rodillas en tierra para comenzar, muletazos de trazo largo, muy bien al natural presentando perfecta la muleta por delante y variedad en los remates y manoletinas para el epílogo. Pero lo que más llamó la atención, además de su temple y compostura, es lo cerca que se pasaba los pitones en cada una de las suertes, y eso también cuenta. Luego se le atragantó el descabello y lo que pudo ser un triunfo gordo acabó rozando el tercer aviso.

El quinto ya no fue lo mismo, más tardo y manso, en cambio, la disposición del chaval sí. Afán por hacer el toreo metiéndose en los terrenos del toro, cruzándose más allá del pitón contrario, bajando la mano y reaccionando con casta tras una soberana paliza como sólo lo hacen los que quieren ser toreros. Y esta vez sí, tras apretarse en unas bernardinas, agarró la estocada al segundo intento y paseó una merecida oreja.

Pero el que estuvo más cerca del triunfo fue Cervera por el simple hecho de que puntuó en el primero de su lote, algo que parecía imposible. Porque no lo tuvo fácil, poque ninguno de sus oponentes mostró cualidades claras. Su primero se agrió en la pésima brega que recibió en banderillas y llegó a la muleta sin querer saber nada, sin fijeza y moviéndose con la cara por las nubes, y en esa situación fue en la que Cervera volvió a sorprender. Ni un mal gesto e insultantemente tranquila la figura ante la incógnita, citaba y ya le podían pasar los pitones a la altura del pecho, que ni se inmutaba. Y lo que se vio fue menos de lo mucho que permitió intuir su asombrosa actitud en ese tercero de la tarde al que despachó de una estocada y en el sexto, otro manso con escaso interés por nada y al que trató de apretarle las teclas exponiéndose a la voltereta que irremediablemente, o como debe ser, acabó sufriendo. Se levantó ni se miró y sólo hizo un aspaviento al comprobar que lo que se había partido era el palillo de la muleta y tenía que ir a por un nuevo avío. Luego no hubo triunfo. Pero era lo de menos su carácter y buen gusto habían quedado claros.

Y así, Chover, López y Cervera, en fin, habían dictado desde su excasa experiencia tres auténticas lecciones. Y me da que no tendrían problema en repetirlas.

3 comentarios:

Abelardo Martínez dijo...

Bueno, ya que nadie comenta nada aquí lo voy a hacer yo, que si no da la impresión que el webmaster habla a las paredes. Andrés, no nos conocemos, pero te felicito por la buena crónica que has hecho de la corrida sin picadores de ayer, que por cierto era gratuita y nadie nos habiamos enterado, aun así creo que la plaza estaba a tres cuartos de entrada; ya sabes, las cosas gratis no se valoran, desgraciadamente. Amante como soy del toreo y enemigo a ultranza de bous al carrer, sanfermines y demás festejos en las calles; creo que en la plaza se enfrentan toro y torero de tu a tu, como debe ser; en la calle, zancadillas involuntarias, pisotones, alcohol, temeridad hacen a veces más mal que el mismo toro, pero en fin, allá cada cual. El viernes voy a la corrida aquí en Valencia, creo que es un cartel que tardará mucho tiempo en igualarse, el Juli, figura del toreo, Morante, que junto a José Tomás, son dos mitos vivientes del toreo, y David Fandila, que nos guste más o menos (a mi me encanta) es el número uno del escalafón desde hace ya varios años. Quiero inspirarme, componer un poema de las sensaciones que perciba en la Plaza, pero reconozco que me pueden los toreros que a veces no fueron números uno, pero que su arte siempre se recordará (José fuentes, Rafael de paula, Carnicerito de ubeda, Julio Robles, etc bueno y aunque a alguien le extrañe, José Hernández El Melenas, poesia pura en la plaza, como los demás que he nombrado; a nadie vi torear con más ganas en mi vida, nunca triunfó, estaba más tumbado en el albero que toreando, pero era espectacular y repito, poesía pura.
Un saludo

Anónimo dijo...

Estuve viendo a Juan Cervera el jueves pasado en la novillada sin caballos en la Maestranza y efectivamente me pareció ver que tenía muchísimas cosas de Ponce. Lo ví con la cabeza despejada, muy tranquilo en los momentos complicados, cuando se vió achuchado por el novillo, pero para mí eso de parecerse tanto a otro...
Saludos.
Oselito.

Unknown dijo...

Pues yo solo vi ganas.De lo que se dice TOREAR muy poquito.
Abusando de pico, siempre al hilo y un CERO en colocación.No se salva ni uno.Los tres igual, dentro de sus estilos tan diferentes a la vez que clónicos.
Está claro que eso hoy en día les importa a muy pocos.
Estética pura y dura.Los tres para vosotros.
Qué los disfruteis!!!